La madre de Alejandro Ramúa no tiene esperanza ni consuelo. Ya perdió una semana atrás a su hijo, víctima de una balacera criminal. Sabe que lo perdió para siempre, y no confía mucho en obtener justicia. Tampoco eso le devolvería al Ale. Pero igual este viernes a la mañana, con un puñado de parientes y amigos, se apostó frente al Centro de Justicia Penal con una sola intención: limpiar el nombre de su hijo y dejar en claro que era un joven de bien, ajeno a cualquier asunto del delito. 

Ramúa es el joven que el viernes, pasadas las 8 de la noche, fue sorprendido por una ráfaga de disparos contra la casa que habitaba hacía dos meses, cobijado por un amigo en avenida del Rosario 450 bis, frente al Monumento a Eva Perón y a la sede del Sindicato de la Carne. 

El fiscal Ademar Bianchini todavía no tiene en claro el motivo del violento ataque. En la víspera, alguien había incendiado el Renault 9 estacionado junto a la vereda, propiedad del amigo que hospedaba a Alejandro. Y a la noche siguiente, ocurrió el ataque mortal.  

Yanina, su madre, contó a Sí 98.9 que el joven, de 22 años, había terminado de lavar autos, changa con la que se ganaba la vida. "Como todos los días, terminó de trabajar y se sentó con una criatura de 6 años que cuidaba. Escuchó la balacera y atinó a agarrar al nene y cubrirlo. Le dispararon dos balas, una en el corazón. Y cuando alcanzó a entrar a la casa para proteger al nene, falleció", relató la mujer. 

Recalcó lo que ya los vecinos habían dicho de Alejandro Ramúa: "Era un nene normal, no estaba en ninguna cosa mala, le gustaba el fútbol, trabajaba, se rebuscaba. Y además, estudiaba panificación. Quería conseguir un buen trabajo y también operarse de la rodilla para volver a jugar al fútbol, que le apasionaba", recordó Yanina. 

"Pienso que los tiros no eran para él. Alejandro ayudaba a todo el mundo, todos en el barrio pueden decirlo. A mi hijo nadie me lo va a devolver, pero quiero limpiar su nombre, porque si no queda como que fue uno más de la bolsa, como si hubiese sido un narco. Y no era así, era un nene normal. Había estado en el Parque del Mercado con un montón de gente, en el cumpleaños de mi hijo. Iba a la Iglesia, estaba estudiando panificación...", dijo y clavó la vista arriba en el cielo, sin palabras, atravesada por el dolor reciente.