Paula Perassi, Jorge Julio López, Luciano Arruga, María Cash, Marita Verón, Franco Casco, Gerardo Escobar. La lista no llega a treinta mil, pero es cada vez más extensa. Desde que Argentina recuperó la democracia, y los ciudadanos sus derechos, desaparecieron más de docientas personas en el país, y el aparato represivo estatal asesinó a casi cuatro mil quinientos argentinos (datos de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional).

Luego de una década menemista, donde la ley de Obediencia Debida y de Punto Final permitieron que muchos genocidas y cómplices de la peor masacre de la historia reciente disfruten de una cómoda libertad, el arribo de Néstor Kirchner al poder inició un proceso de revalorización de la memoria.

A pesar de la reincorporación de los derechos humanos a la política, la democracia aún tiene una gran deuda con la sociedad: terminar con el fantasma de la dictadura que sigue llevándose argentinos.

“Cuando alguien desaparece se genera una sensación de angustia, que es doble cuando sucede en democracia”, reflexionó Rubén Chababo, ex director del Museo de la Memoria de Rosario. “La pregunta que surge es saber si los mecanismos de búsqueda se pusieron en marcha o no”, agregó el profesor en Letras de la Universidad Nacional de Rosario.

Como integrante de la Comisión Provincial de apoyo a los juicios por delitos de lesa humanidad, señaló como responsable de las desapariciones en democracia a la institución policial. “No es casual que la sombra del aparato policial este siempre sobrevolando en estos casos”, indicó Chababo al referirse a los casos emblemáticos como el de Paula Perassi.

Sobre los casos en los cuales los ciudadanos son víctimas de la violencia institucional y no logran encontrar justicia, el ex director del Museo de la Memoria de Rosario aseguró: “El paso del tiempo juega a favor del olvido de estas causas”, y agregó: “Los familiares terminan peleando en soledad”.

En cuanto a la importancia de recordar las desapariciones en la última dictadura militar y la aplicación de los derechos humanos en la actualidad, el profesor en letras remarcó: “No alcanza con la memoria sino que hay que transformar las instituciones. La memoria es fundamental, pero sola no puede”.

“Los argentinos tenemos en un lugar privilegiado a la memoria”, afirmó Chababo y agregó: “La memoria esta atada al contexto y a la agenda política de un país”.

La maldita policía

Rubén Chababo consideró que uno de los principales problemas de Latinoamérica, y sobre todo de Argentina, es el accionar violento de la policía. “Sumar policías, que están imbricados con los narcos y delincuentes, a mí me da miedo”, señaló el docente y explicó: “Más policías no detienen el crimen”.

Según reflexionó el ex director del Museo de la Memoria de Rosario, la solución para la situación de corrupción policial es “democratizar las instituciones”, aunque reconoció que “las transformaciones son difíciles”.