La decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de nominar al juez conservador Neil Gorsuch para la Corte Suprema agitó aún más el ya tumultuoso ambiente político del país, con los demócratas del Senado dispuestos a resistir un nombramiento que podría cambiar la realidad nacional durante décadas.

El anuncio llega el día después de la polémica que generó el mandatario al despedir a la secretaria de Justicia interina por no defender su decreto sobre inmigrantes y refugiados.

La mayoría republicana del Senado, la cámara que debe ratificar a Gorsuch, cerró filas tras la nominación del juez, conocido por su defensa de la pena de muerte, de la libertad religiosa de los individuos por encima de las regulaciones del gobierno y de sus opiniones contrarias al derecho de las mujeres a abortar.

De ser confirmado por el Senado en reemplazo del juez Antonin Scalia, fallecido el año pasado, Gorsuch, con 49 años, sería el integrante más joven de la Corte Suprema y devolvería al tribunal la mayoría conservadora que predomina desde 1972, de cuatro jueces progresistas y cinco conservadores.

"El juez Gorsuch tiene conocimientos legales excepcionales, una mente brillante, una disciplina tremenda y ha obtenido apoyo bipartidista", dijo Trump anoche al anunciar la nominación en su primer discurso desde la Casa Blanca en el horario de mayor audiencia desde su asunción, el 20 de enero.

El líder de la bancada republicana del Senado, Mitch McConnell, elogió de inmediato a Gorsuch, un juez de apelaciones de Denver, Colorado, conocido por su estricta interpretación de la Constitución, de impecable currículum y notable prestigio en los círculos judiciales de la derecha cristiana.