Es positivo el saldo del emprendimiento de los dos canales de aire de la ciudad y los distintos medios que motorizaron el debate entre los candidatos a intendente de Rosario. Bien estructurado en lo temático evitó caer en las reglas propias de la televisión y se ciñó al debate político, siempre menos entretenido que las habituales peleas a los gritos por la pantalla, pero sustancialmente más profundo en relación a conocer no sólo las propuestas sino también el perfil de quienes aseguran poder llevarlas a cabo.

Como se esperaba, la intendenta Mónica Fein estuvo obligada a defender la gestión como candidata del oficialismo. No siempre pudo sortear con éxito los puntos más delicados –fundamentalmente las políticas públicas de seguridad y la inversión en infraestructura– pero logró articular algunos ítems de buena argumentación en materia de servicios públicos y asistencia social.

El candidato del Frente Justicialista para la Victoria, Roberto Sukerman fue el que mejor se adaptó al debate desarrollado en los estudios de Canal 3. Propuso de manera concreta, repasó brevemente su tarea como concejal de la oposición y cruzó duro tanto a Fein por “los 20 años de continuidad del socialismo en el gobierno” como a Anita Martínez por tener “a un experto en seguridad como Gabriel Chumpitaz que en realidad es experto en seguridad privada. Es decir, experto en cómo ganar plata”.

Por su lado, la candidata del PRO no pudo sortear en toda la transmisión la mala pasada que le jugaron sus nervios. Sus años en el periodismo parecieron no servirle a la hora de exponer con claridad las ideas y refutar con firmeza las críticas que recibía tanto de Fein como de Sukerman.

El que sí dio muestras de haber aprovechado su oficio de periodista fue Alejandro Grandinetti, candidato a intendente del Frente Renovador que fue el más calmo de todos a la hora de exponer mirando sin titubear a la cámara. Se mostró incluso más tranquilo que los colegas encargados de presentar el debate que se aflojaron recién pasada la mitad de la emisión. Grandinetti apuntó a la “rosarinidad” y tuvo un cierre contundente al señalar que el no iba a tener “jefes políticos a los que responder” a la hora de reclamar para la ciudad, ni referencias nacionales que le impidieran a Rosario “desarrollar su autonomía” y sus políticas locales con matriz propia.

La inclusión en el debate del candidato a intendente del Frente de Izquierda Edmundo Filkenstein fue sólo una gentileza democrática. No pudo aportar una sola idea a lo largo del debate y sus intervenciones se limitaron al repaso de referencias ideológicas por todos conocidas. Y esto es para resaltarlo sobre todo cuando hay en Rosario y también a nivel provincial, candidatos de la izquierda que han aportado al debate visiones muchos más terrenales sobre temas puntuales de la provincia y la ciudad.