Corea del Norte anunció que ante las "despreciables" sanciones y la presión internacional sobre el país, que a su juicio constituyen una "agresión" comandada por Estados Unidos y otras fuerzas hostiles, "acelerará aún más" su programa armamentístico nuclear.

El ministerio norcoreano de Asuntos Exteriores lanzó esta advertencia en un comunicado que señala "las despreciables sanciones y la presión impuestas sobre la DPRK (siglas en inglés de República Democrática Popular de Corea, nombre oficial del país) han alcanzado el extremo".

Ante esta intensificación de la presión, "el odio y la ira del Ejército y del pueblo sólo se incrementarán, y la DPRK acelerará aún más el desarrollo de su fuerza nuclear para cortar de raíz la base de esta agresión", señala la nota.

El comunicado detalla además las sanciones que pesan sobre el país desde hace décadas por sus sucesivos tests nucleares y lanzamientos de misiles balísticos y recapitula las que castigan al gobierno, incluyendo 16 aviones y buques de carga, "ninguno de los cuales está asociado al transporte de municiones".

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó a principios de junio una nueva resolución que amplía las sanciones económicas impuestas a Corea del Norte por su programa balístico y nuclear, que viene intensificando a pesar de las advertencias de Naciones Unidas.

Corea del Norte, que técnicamente se encuentra en guerra con Corea del Sur y los Estados Unidos, en una península amparada solo por un armisticio, considera que después de la caída de la Unión Soviética, que le proveía un paraguas contra eventuales agresiones de Washington, no tiene más remedio que avanzar en un programa de defensa nuclear y misilístico propio.

La semana pasada, realizó su décimo ensayo armamentístico del año, con misiles de crucero antibuque y de corto alcance que, a diferencia de pruebas anteriores, no vulneraban las sanciones de Naciones Unidas.

El clima en la península llegó al punto más alto de enrarecimiento cuando el anterior gobierno surcoreano permitió el despliegue del sistema antimisiles THAAD en su territorio, que al iniciarse despertó inmediatas protestas no solo de Pyongyang sino también de Moscú y Beijing.

El nuevo gobierno, partidario de un deshielo con el Norte, puso el despliegue en hibernación, mientras que el gobierno estadounidense llegó a hablar sobre la posibilidad de ataques preventivos.