Durante las últimas dos décadas el sector energético en Argentina tuvo un impacto decisivo en las cuentas fiscales. La falta de una política clara de inversiones para el sector derivó en una creciente dependencia de recursos provenientes de otros países que agravaron el cuadro de restricción externa que padece la economía nacional.

Un informe de Fundar, organización dedicada al estudio, la investigación y el diseño de políticas públicas, repasó las decisiones adoptadas durante los últimos años que llevaron a la Argentina a depender cada vez más de la importación energética y destinar cada vez más recursos a subsidiar el costo de ese esquema.

El análisis también aporta datos para entender las dificultades que tiene Argentina para su abastecimiento en medio del conflicto internacional que desató la guerra entre Rusia y Ucrania. Si bien durante los últimos días el gobierno nacional avanzó en acuerdos para la provisión energética con Bolivia y con Chile, difícilmente los volúmenes acordados logren cubrir la demanda durante el invierno. De hecho desde sectores industriales de la provincia advirtieron sobre la posibilidad de cortes programados en los próximos meses.

La visita del presidente Alberto Fernández esta semana a Vaca Muerta, Neuquén, por el inicio de las obras del gasoducto Néstor Kirchner, tiene relación directa con esta problemática. Si bien el anuncio es una buena noticia, lejos está de resolver el problema en el corto plazo. La primera etapa de la obra, que permitirá conectar el parque industrial Tratayen, emplazado en el corazón de Vaca Muerta, con la ciudad bonaerense de Salliqueló, estará lista para el invierno 2024.

El camino a la escasez

El informe de Fundar establece una línea temporal en la que exponen el comportamiento de dos variables: la balanza comercial energética y la escasez de dólares. En ese sentido, destacaron: “El deterioro del balance comercial energético se agudizó a partir de 2011, producto del aumento de las importaciones de gas natural y Gas Natural Licuado (GNL). Las importaciones del sector superaron, en aquellos años, el 13% de las importaciones totales de la Argentina; no casualmente es a partir de dicho año cuando empieza a observarse un deterioro progresivo del saldo comercial total”.

Ese fenómeno estuvo acompañado por un contexto de fuerte crecimiento económico, con un aumento de la demanda interna de energía que terminó siendo satisfecha con mayores importaciones ante la contracción que experimentó la producción local. En paralelo, se destacó un proceso de congelamiento de tarifas de gas natural y de incremento de importaciones que condujeron a la implementación de crecientes subsidios que impactaron negativamente en los resultados fiscales.

Política energética en Argentina: los datos más allá del problema de escasez
Política energética en Argentina: los datos más allá del problema de escasez

Al respecto, el informe detalló: “La contracción de la producción y el aumento de la demanda interna de petróleo y gas impactaron fuertemente en el intercambio comercial, tanto por la caída de las exportaciones de crudo como, sobre todo, por el incremento de las importaciones de gas, las cuales mostraron un crecimiento anual acumulativo del 45,3% entre 2004 y 2014”.

Incluso con los acuerdos para importar gas natural proveniente de Bolivia, la caída de la producción a nivel local durante esos años, impidió que la Argentina pudiera abastecer su demanda interna, por lo que tuvo que recurrir a la importación de Gas Natural Licuado (GNL). Las compras al país vecino explicaron un incremento en las importaciones del 36% anual acumulativo que lograron alcanzar un volumen récord en 2014. Representaron el 25% de la oferta total de gas natural y el 17% de las importaciones totales del país.

Paralelamente al incremento en las cantidades importadas, entre los años 2007 y 2014 se produjo un incremento del 105% en los precios de importación de los combustibles y lubricantes. Pero la modificación de las políticas dirigidas al sector energético desde el 2012 y, en particular, la instrumentación del Plan Gas a comienzos del siguiente año, permitieron una recuperación de la producción local de gas natural y una disminución progresiva en los volúmenes importados.

Según indicaron desde Fundar, este proceso, sumado a la retracción que experimentaron los precios internacionales de los productos energéticos desde mediados del 2014, posibilitó una sensible retracción de las importaciones energéticas en los siguientes años.

La implementación de subsidios

El informe también contempla la evolución de los subsidios a la energía, un factor derivado de la creciente importación para satisfacer la demanda y de la suba de precios internacionales que no podían trasladarse directamente al consumo local.

En ese sentido, mencionaron tres factores que motivaron una mayor presión sobre la carga fiscal para los gobiernos de turno: 1) un costo de generación de energía eléctrica sensiblemente más elevado que el transferido a las tarifas finales abonadas por los usuarios; 2) el descalce entre los costos de importación de los hidrocarburos y los precios vigentes en el mercado local; y 3) la instrumentación de programas de estímulo a la producción de gas natural.  

“De esta manera, el monto de subsidios destinados al sector energético se incrementó desde el 0,2% del PBI en 2004 al 2,8% en 2014. Si bien la mayor parte de los subsidios tuvo, como destino, a la empresa que administra el mercado mayorista de energía eléctrica (CAMMESA) —cuyo objetivo era sostener las tarifas eléctricas casi sin modificación—, los que más crecieron en términos proporcionales fueron los subsidios orientados a compensar el diferencial de precios entre el gas importado y el precio interno”, explicaron desde Fundar.

Política energética en Argentina: los datos más allá del problema de escasez

Tanto el crecimiento de subsidios como la profundización de la restricción externa durante los años mencionados, tiene que ver con un deterioro progresivo de la producción hidrocarburífera. Por eso desde Fundar, reivindicaron la implementación de políticas como el Plan Gas, programa de incentivo a la extracción de recursos, que permite sustituir la importación.

Por estos días, el gobierno nacional busca saldar ese histórico déficit energético y fiscal con la puesta en marcha de las obras del gasoducto Néstor Kirchner. La primera etapa conectará el parque industrial Tratayen, emplazado en el corazón de Vaca Muerta, con la ciudad bonaerense de Salliqueló, cubriendo una distancia de 558 kilómetros y expandiendo el suministro de gas en 22 millones de m3/día a usuarios y usinas de AMBA, además de reemplazar importaciones de combustibles.

Mediante una extensión de 467 kilómetros, la segunda etapa permitirá llegar con gas natural a San Jerónimo (sur de la provincia de Santa Fe), sumando otros 17 millones de m3/día y abriendo la posibilidad de abastecer a grandes ejes urbanos e industrias del centro y norte del país, como así también la oportunidad de exportar los excedentes a Brasil y Chile.