El Vaticano no es sólo la sede donde el Papa Francisco emprende su función de obispor de Roma sino que constituye el gobierno central de la Iglesia católica en el mundo. De ahí que tenga una enorme burocracia contable que, por ejemplo, queda evidenciada en la película El Padrino II cuando Michael Corleone intenta adquirir la poderosa compañía europea International Immobiliare que el Vaticano controlaba.

Al margen de los detalles de color, el Vaticano dio sus proyecciones de sus cuentas para el 2021 que dejan una radiografía del poderosa Santa Sede. Con unos ingresos totales de 260,4 millones de euros y un gasto de 310,1 millones, la Santa Sede calcula un déficit de 49,7 millones de euros, a pesar de la contención de costes que estima.

Respecto al Óbolo de San Pedro ya otros fondos, que depende de las donaciones, se espera en 2021 unos ingresos de 47,3 millones de euros, unos gastos de 17 millones y un beneficio neto de 30,3 millones de euros. Excluyendo las aportaciones del Óbolo y los fondos, el déficit de la Santa Sede sería de 80 millones de euros en 2021, explicaron.

El año de la pandemia

Sobre las cuentas de 2020, adelantaron que los ingresos disminuyeron un 21 %, cerca de 48 millones de euros menos respecto a 2019, por la reducción de las actividades comerciales, de servicios e inmobiliarias, así como de las donaciones y contribuciones.

El próximo presupuesto, agregó, "refleja un esfuerzo significativo en la contención de costes, con gastos operativos, excluidos los del personal, reducidos en un 14% (24 millones de euros) en comparación con 2019".

Desde el Vaticano se precisa que, a pesar de esta crisis, "mantener el empleo sigue siendo una prioridad para el Santo Padre en estos tiempos difíciles".

"En consonancia con su misión", agregó, la mayor parte de los recursos de la Santa Sede en 2021 se destinarán a apoyar las actividades apostólicas, equivalente al 68 % del gasto total, mientras que el 17 % se destinará a la gestión del patrimonio y otros bienes y un 15% a administración y servicios.