El gobierno de Cambiemos puso a la pobreza en su lugar. No en el lugar del cero, está claro. Y por si a alguien le quedaban dudas el presidente Mauricio Macri aclaró que esa meta no se dará en su mandato.

La actual gestión sí acertó en reponer las mediciones que el kirchnerismo había suspendido en otro de sus errores que alguna vez formarán parte de una autocrítica para llegar a entender mejor cómo y por qué un país fue capaz de dar una vuelta de campana de 180 grados. En ese sentido, Cristina Kirchner ensayó algunos pasos alentadores en su discurso al recibir la distinción “Manuela Saénz” en Ecuador.

Pero respecto de la pobreza, Macri no sólo la puso en su lugar sino que además trazó una raya a partir de la cual su gobierno debería ser juzgado al respecto. “A partir de aquí”, dijo y de esa manera dejó en un limbo a sus primeros nueve meses de gestión que, se estima, engrosaron en más de un millón la lista de pobres en el país.

Los pobres “estadísticos” suman oficialmente 32,2 por ciento. A partir de ahí Elisa Carrió y Eduardo Duhalde, entre otros, se avergonzaron por esta situación. Pero son sólo gestos, nadie se pone a discutir en qué momento del país y con qué modelo económico un pobre argentino vive más dignamente. Prefieren discutir cómo sacar al país de estos índices, sin revelar que para eso haría falta un vuelco revolucionario en las relaciones de poder en Argentina.

Un gobierno como el anterior que logró volver a poner en el 50 por ciento la participación de los trabajadores en el PBI, no pudo derrotar a la pobreza estructural, pero es claro que la fortaleza del mercado interno, la intensa actividad económica que acaba de ser criticada por el Fondo Monetario Internacional, la creación de puestos de trabajo aún cuando la economía había dejado de crecer; daban un escenario diferente para los pobres en general.

Las políticas públicas de la actual gestión claro que no van a impactar positivamente entre los pobres, peor aún, harán crecer a la indigencia empujando cada vez más pobres “estadísticos” a la pobreza más extrema.

El sostenimiento y hasta aumento de los planes sociales que dispuso Macri, por los que el dirigente social Toty Flores dice que este “no es un gobierno para los ricos”; sólo son un paliativo. En el gobierno anterior, a la Asignación Universal por Hijo se le sumaban los ingresos derivados de las changas, del trabajo informal que hoy ha desaparecido. Los expertos señalan que por cada puesto trabajo registrado hay otros cuatro informales. Si los desempleados de estos primeros meses se cuentan por miles, no es difícil calcular cuántos otros en negro se han caído del sistema. Si no, no hay manera de explicar la explosión de la demanda de ayuda social y las listas de espera en los comedores comunitarios de Rosario, por ejemplo.

Es claro que era necesario volver a medir oficialmente la pobreza en Argentina, pero no es menos imperioso volver a discutir las formas de combatirla y aunque más no sea, hacerla más digna.