A mediados de mayo se celebró en Beijing el Foro “Una Franja, Una Ruta para la Cooperación Internacional”, encuentro a partir del cual el gobierno de Xi Xinping dejó claro que se propone consolidar la denominada “Nueva ruta de la seda”, con el objetivo de incentivar la cooperación y el libre comercio con países de cuatro continentes.

¿Qué es la Nueva ruta de la seda?

Hace más de dos milenios, un emisario de la realeza china llamado Zhang Qian, estableció una red comercial que conectaba Asia central y la región Árabe. El nombre que se le puso tardíamente a ese circuito comercial -que involucraba una gran diversidad de mercancías- fue el del producto más emblemático de la China de aquel entonces, la seda.

Hace cuatro años, el presidente chino, Xi Xinping, anunció la propuesta de establecer una Nueva ruta de la seda, la cual materializaría una red de vías marítimas y terrestres con el objetivo de impulsar el comercio de los países de Asia, Europa, África y América. Se trata, en última instancia, del establecimiento de un nuevo orden comercial de impacto global, que afianzará el liderazgo económico chino. La propuesta se basa en dos puntos clave: el impulso del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y el empuje de la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI, ambos proyectos enfocados en mejorar la conectividad por mar y por tierra.

China suma socios

Tras concluir el foro que se celebró en mayo, al que asistieron más de 28 jefes de Estado como Vladimir Putin, presidente ruso, Michelle Bachelet, presidenta chilena, Mauricio Macri, presidente argentino, o Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) -entre otros líderes políticos y empresarios- el número de países que se sumaron a la propuesta llegó a 68 y el de acuerdos de cooperación ascendió a 76.

Los 68 países que hasta ahora participan en la iniciativa se comprometieron a promover políticas para la coordinación, facilidades para la conectividad entre los socios, un comercio ininterrumpido, integración financiera y un soporte para la implementación de la iniciativa, lo que significa que se  promoverán intercambios culturales y académicos, cooperación profesional y comunicacional para fortalecer las relaciones bilaterales.

Cabe señalar que sólo 60 países de los que participan en la iniciativa reúnen un Producto Bruto Interno (PBI) que equivale a casi el 30 por ciento del PBI global, de acuerdo a cifras del Banco Mundial.

Estrategia con paciencia oriental

Los chinos tienen una visión milenaria de la historia. Saben que los anhelos no se alcanzan de la noche a la mañana. También es cierto que el gobierno de Xi Xinping le imprimió cierta velocidad a los cambios y los desafíos al liderazgo global de los Estados Unidos es cada vez más abierto.

Hace tres años el gobierno chino estableció el Fondo de la Ruta de la seda con 40 mil millones de dólares, con el objetivo de impulsar proyectos entre los países que integren el proyecto. Hace unas semanas, el gobierno anunció que se añadiría de 14.500 millones de dólares más a dicho fondo.

Durante el foro de Beijing también se dio a conocer que China destinaría 8.700 millones de dólares en ayuda para los nuevos países en vías de desarrollo que se sumaran al grupo.

Pero la estrategia no se agota en apoyo financiero o comercial, sino que es necesariamente política y está llevando a China a involucrarse de manera cada vez más directa en conflictos políticos e ideológicos globales para poder destrabarlos y alcanzar así sus objetivos.

Siria y la salida al Mediterráneo

La guerra civil en Siria dista aún de llegar a su fin. Sin embargo, las acciones conjuntas de los gobiernos de Siria y Rusia, hacen pensar en una derrota definitiva del experimento territorial del Estado Islámico (ISIS). Es por eso que, pese a que debe definirse el combate con los rebeldes de otros grupos insurgentes, el gobierno de Siria y sus pares de Rusia y China, ya piensan en la reconstrucción del país, pieza clave en el complejo entramado estratégico de Oriente Medio.

En este marco, el gobierno de Xi Xinping  anunció una inversión de 2.000 millones de dólares para construir un parque industrial en Siria que alojará a 150 empresas chinas. La noticia se dio a conocer un día antes de que la Armada china realizara maniobras militares en el mar Mediterráneo.

Se trata de un mensaje directo de China hacia los Estados Unidos, Israel y las monarquías del Golfo Pérsico. El gigante asiático apuesta a pleno por defender sus intereses comerciales. Y esos intereses comerciales llevan a China a tomar partido por el gobierno de Bachar al-Asad y su aliado estratégico Vladimir Putin.

Puede comenzar a vislumbrarse la perspectiva de una Siria y un Irak postconflicto. Irak está dentro de la esfera de influencia de los Estados Unidos y, por lo tanto, fuera de la influencia china. Eso explica la opción estratégica por Siria y su reconstrucción, donde intervienen distintos factores a futuro en lo que respecta a China.

En primer lugar, el combate al terrorismo está vinculado a la seguridad china, dado que afecta al centro de Asia y eso involucra a su propio territorio. El terrorismo fundamentalismo es percibido como una amenaza tangible, no solamente por China y por Rusia, sino también para todos los países de Asia Central, incluida la India -también miembro de los BRICS- e Irán, por donde también pasará la Nueva ruta de la seda.

En segundo lugar, por razones económicas, puesto que China espera recuperar inversiones realizadas en Siria previas al conflicto.

En tercer lugar, China necesita un Oriente Medio pacificado y controlado porque de allí provienen grandes recursos energéticos que impactan sobre su economía. De hecho, Irán es uno de sus principales proveedores de petróleo crudo.

La cuarta es justamente la necesidad china de que la Nueva ruta de la seda atraviese Siria para alcanzar el mar Mediterráneo.

Ante este cuadro de situación, China revitalizó su alianza estratégica con Rusia, país con el cual comparte ejes estratégicos. Entre ellos, el hecho de que ambos países tienen adversarios comunes: los Estados Unidos y la Unión Europea.

Las maniobras militares conjuntas entre las Fuerzas Armadas china y rusa en el Mediterráneo son todo un mensaje en si mismo. Esas acciones suceden a las tres reuniones recientes que mantuvieron Vladimir Putin y Xi Xinping, que demuestran el intenso acercamiento entre ambas potencias. Pero queda claro que el titánico proyecto de la Nueva ruta de la seda no se puede llevar a cabo sin tener clara una política de defensa común de toda la zona.

El error estratégico estadounidense

Pese a lo expresado, la pérdida de poder global estadounidense puede explicarse más por los errores propios que por la perspicacia y la interrelación estratégica de chinos y rusos. 

Desde el gobierno conservador de George Bush, la percepción de incuestionable supremacía global de los Estados Unidos tras haber ganado la Guerra Fría, condujo a la dirigencia política norteamericana a cometer un error estratégico cuyas consecuencias son aun imprevisibles. Éste consistió en permitir el acercamiento de Rusia y China, países a los cuales mantenía divididos.

La administración Obama profundizó ese error con su intento de aislar a Rusia a propósito de la crisis en Ucrania. A este desatino estratégico, Donald Trump le agrega el factor de lo imprevisible.