El nuevo desembarco de las fuerzas federales para frenar la violencia enquistada que sufre Rosario reabrió un viejo debate en torno a lo que hace el Estado local para atacar una de las raíces del problema: la brecha social. En una nota publicada por Rosarioplus.com sobre la exitosa experiencia de los Centros Crecer (1997/2011), el ex secretario de Promoción Social Miguel Zamarini cuestionó el cierre de aquel proyecto y el “desinterés” actual del municipio en material social. “Supuestamente se reconvirtieron en otros centros, en algo para salir del paso, para explicar que se tiene algo. Hay que volver a trabajar de manera integrada”, pidió el ex presidente del Concejo.

Desde la Municipalidad refutan los dichos de Zamarini y aclaran que desde la asunción de Mónica Fein se “potenciaron” todas las políticas sociales de la ciudad. Dan cuenta de 33 Centros de Convivencia Barrial (CCB) en donde se materializan programas para la primera infancia, los jóvenes y los adultos mayores.

Laura Capilla, actual secretaria de Desarrollo Social municipal, admite que “nada parece alcanzar”, pero aclara que “la violencia excede a la lógica de una ciudad” y que hoy la forma de relacionarse de los individuos es muy distinta a la de hace 20 años. Plantea que es “muy difícil” gobernar una ciudad en un “contexto nacional de tanta desigualdad”.

Así y todo, está convencida que de no ser por las políticas sociales, otra sería hoy la realidad de Rosario. “Necesitamos cambios de fondo”, reclama.

¿Por qué se cerraron los Centros Crecer?

No se cerraron. Los Centros Crecer fueron en su momento innovadores, algo revolucionario para la época como dijo Zamarini. Las propuestas se han ido modificando con los años. Es real que en el 2011 hubo un conflicto laboral importante en el que algunos centros se vieron afectados. Pero de todas formas, en 2012 tras una fuerte decisión de Mónica Fein se potenciaron todas las políticas sociales de la ciudad. Se construye el plan de convivencia barrial, que rescata la esencia de los Centros Crecer y vuelve a poner al Estado en los territorios.

¿Con las mismas propuestas?

No son las mismas propuestas que en la década del 90. Se producen cambios lógicos por el cambio en las realidades sociales. Hoy tenemos 33 instituciones en los barrios más vulnerables donde hay una propuesta para la primera infancia con programas educativos y nutricionales y para los jóvenes a través de proyectos como “Nueva Oportunidad” y espacios de cultura, recreación y deporte. A eso le sumamos un plan para adultos mayores vinculado a lo laboral y a los emprendimientos. Hay trabajadores que cumplen 30 horas en el territorio, la mitad de los centros tiene una apertura de 8 a 15 y la otra de 8 a 17.

La sensación entonces es que todo parece poco. ¿Ustedes lo sienten así?

A veces me pregunto cómo sería Rosario si el Estado no estuviese tan presente en los barrios. Hay localidades del Conurbano y en otras provincias donde no hay instituciones del Estado presentes en los barrios. Por eso digo que la violencia excede a la lógica de una ciudad que tiene que ver con nuevos modos de vivir de las sociedades.

¿Hay autocrítica?

Claro. Somos autocríticos. Somos un gobierno que nos hacemos muchas preguntas porque la realidad nos ha interpelado. Hemos podido pensar nuevas propuestas y hemos podido rediseñar nuestras políticas. No alcanza. Se hace difícil en una sociedad desigual donde hay pocos que tienen mucho y muchos que tiene poco. Necesitamos un cambio de fondo. En el mientras tanto, seguimos dialogando con los vecinos para revertir aspecto s de la realidad. Gobernar una ciudad no es fácil en un contexto nacional de tanta desigualdad. Hicimos mucho y falta mucho.

¿Qué dicen aquellos trabajadores que en su día  formaron parte del programa Crecer sobre aquella propuesta y la de ahora?

Por suerte tenemos muchos trabajadores vienen de la época de los Centros Crecer. Nos ayudaron a pensar y rediseñar muchas políticas. Está claro que son dos escenarios totalmente distintos. Hoy la pobreza no es la misma y las relaciones son diferentes. La violencia aparece como una nueva forma de relacionarse, esto es lo distintivo.

¿Cuántos recursos aporta el municipio a los social?

El 60% del presupuesto municipal va para lo social. 6 de cada 10 pesos que se recaudan son destinados a las políticas sociales y al trabajo de profesionalizaron de los equipos para mejorar en todas las políticas.

En los barrios hablan de un relajamiento de las políticas sociales durante la gestión de Miguel Lifschitz. ¿Fue así?

Cada gestión tuvo un sello diferente. En la de Miguel se apostó al mejoramiento urbano y a su infraestructura. Durante la gestión de Mónica Fein esta infraestructura llegó con un impacto mayor, fundamental gracias al Plan Abre.

Además de apuntalar la parte represiva, ¿hay algún convenio con Nación para fortalecer las políticas sociales de la ciudad?

Hace 15 días nos reunimos con la ministra Carolina Stanley para poder aceitar las intervenciones de Nación en Rosario. Se habló de realizar un operativo en un barrio particular donde vamos  trabajar fuertemente en la asignación universal por hijo y en la pensión universal por la vejez. La idea es fortalecer estos dos programas. La voluntad está.