La escena parece cada vez más forzada. En un rincón, la comitiva de Cambiemos con sus zapatos impolutos, sus camisas blancas y sus pantalones oscuros de traje. En los alrededores, a pocos metros de distancia, los vecinos con todas sus necesidades a cuesta. Esa convivencia momentánea, de campaña, de algunos minutos, algunas veces resulta tensa.

A barrio Deloit, a la esquina de Matienzo y Sanguinetti, llegó este martes por la tarde el ministro del Interior Rogelio Frigerio acompañado por la tropa local amarilla: José Corral, Anita Martínez, Roy López Molina y Federico Angelini. La cuadra se alteró por el protocolo de seguridad y por la invasión de las cámaras de televisión.

Los vecinos salieron a las puertas de sus casas. "¿Quiénes son?", se codeaban algunos al no identificar a los hombre de traje. Frigerio encabezó una rueda de prensa que no duró más de diez minutos. El funcionario nacional admitió que "por la difícil coyuntura" se necesitan "medidas que alivien el bolsillo". Dijo que "la inflación y la inseguridad" son hoy los principales problemas que sufren los santafesinos.

Corral profundizó en el "flagelo del narcotráfico" y en la "altísima tasa de delitos" que tiene hoy la provincia. "Esta es la principal preocupación de la gente", dijo convencido. De fondo, la voz de una vecina contradijo al candidato a gobernador. "No tienen vergüenza. Acá la gente se muere de hambre", repitió en varias ocasiones con tono firme mientras transcurría la rueda de prensa.

La mujer se quedó parada despotricando durante un buen rato. Corral se acercó para hablar con ella ni bien se apagaron las cámaras. Pero no lo dejó hablar. Le dijo que eran "todos unos sinvergüenzas por hacer campaña en medio de tantas necesidades". Al advertir el tono confrontativo, Corral se dio media vuelta y se acopló a Frigerio que en ese momento dialogaba de forma muy amena con otra vecina.

Isabel Salinas (60 años) siguió sola con su catarsis. "A mi no me paga nadie. Yo digo lo que veo, la gente no tiene qué comer. Se nos hace cada vez más difícil sentar a los chicos en una mesa. Estos son unos caraduras. No se les cayó una sola idea en tres años de gobierno. Es tristísimo lo que está pasando", contó indignada.

La señora trabaja como costurera y vive desde hace varias década en barrio Deliot. "Yo laburo, yo siento la crisis, pero yo estoy grande. Veo cada vez más jóvenes sin trabajo y cada vez más chicos con hambre. Da bronca que esta gente se aparezca acá como si nada estuviese pasando", concluyó.