Las elecciones de medio término de los Estados Unidos mostraron que el oficialismo tuvo fuerzas para conservar el Senado, pero los demócratas arrebataron a los republicanos el control de Diputados y ahora podrán trabar la agenda presidencial. 

Con una cámara del Congreso en manos de cada partido, las elecciones legislativas en EE.UU. apuntaron a una profundización de las divisiones que espoleó el ascenso al poder del presidente, Donald Trump, que ha contribuido a ahondar esa brecha con su estilo de Gobierno.

Trump convirtió los comicios de medio mandato en un referéndum sobre su Presidencia, pidiendo a su base que imaginara que estaba votando por él, y el resultado de ese plebiscito fue aparentemente contradictorio: los republicanos mantuvieron el control del Senado, pero los demócratas tomaron las riendas de la Cámara Baja.

"Un tremendo éxito esta noche. ¡Gracias a todos!", fue la reacción de Trump, en su cuenta oficial de Twitter.

El mandatario confesó este fin de semana que su prioridad en las legislativas era retener el control del Senado, una cámara que considera clave para impulsar sus prioridades legislativas y sacar adelante a los nominados para su gabinete y para puestos judiciales, que solo requieren la aprobación de ese hemiciclo.

Aunque los comicios supusieron una clara victoria para los demócratas, la "marea azul" de la que tanto habló la oposición durante casi dos años se quedó a medias, y la alta participación no evitó que las urnas volvieran a reflejar, como ya hicieron hace dos años, la profunda polarización en el país.