En el área de salud pública local arden contra la política sanitaria del gobierno nacional, y de algunas consecuencias que despiertan sospechas sobre lo pertinente de algunas iniciativas. No les cierra a funcionarios provinciales y municipales que mientras el Ministerio de Salud conducido por Jorge Lemus eliminó programas sanitarios y, por ejemplo, interrumpió la provisión de preservativos y pastillas anticonceptivas que hacía para entregar a la población en centros de salud, en el Concejo de Rosario la macrista Agustina Bouza propone que el municipio distribuya de la misma manera la copa menstrual. Y que poco después una industria plástica local apareciera en escena, con carta a la intendenta Fein incluida, ofreciendo sus servicios para producir y comercializar esos dispositivos femeninos, ajenos a cualquier política de control de natalidad y prevención de enfermedades.

El gobierno de Cambiemos recortó varios programas sanitarios como el que se ocupaba de prevenir enfermedades como el zika o el dengue, el programa Argentina Sonríe, Qunita, Salud Sexual y Procreación Responsable, el Remediar, y desmanteló la Dirección de Enfermedades por Vectores y el Banco Nacional de Drogas Oncológicas, según un informe de la Fundación Soberanía Sanitaria.

“En términos sanitarios, esto es terrible. Mientras a nivel local lanzamos la campaña contra el dengue en abril del año pasado, el gobierno nacional no hizo nada, y encima desarmó el área que tenía. Tumbaron varios programas, algunos los unificaron bajo una sola coordinación, y demoraron licitaciones de insumos y medicamentos. Entonces, por ejemplo, hay faltantes de anticonceptivos reactivos”, evaluó una fuente del Frente Progresista con preocupación por lo que considera una peligrosa desatención de las políticas sanitarias a nivel país.

El informante consultado se refirió con eso a la paralización de la adjudicación de una licitación pública iniciada en setiembre de 2015 para la compra de preservativos y geles lubricantes. Lo denunció la Fundación Soberanía Sanitaria: “Al demorar cerca de 13 meses para concluirse, desabasteció a todo el sistema público de salud del país de este imprescindible insumo para la prevención de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual como el SIDA".

En la actualidad, los centros de salud en toda Santa Fe no reciben los anticonceptivos que suministraba el gobierno central.

Por esta clase de cosas, sobre el final del año pasado el gabinete del ministro Lemus cayó en crisis. El viceministro Néstor Pérez Baliño y algunos funcionarios de segunda y tercera línea renunciaron, en desacuerdo con el ajuste desplegado por el funcionario macrista.

Con el ajuste sanitario como telón de fondo, la concejala Agustina Bouza, de Unión PRO, presentó un proyecto de ordenanza para fomentar desde la Secretaría de Salud Pública municipal el uso del recipiente de silicona llamado copa menstrual, a cambio de tampones o toallitas femeninas. La edila y ex deportista argumentó con la necesidad de generar menos residuos patológicos porque –asegura- durante 40 años una mujer menstruante genera unos 2.600 kilos de basura”. Además, indicó que “el costo del envase tiene una valor de entre $300 y $500, con una duración de 10 años por lo tanto en comparación con los gastos de los apósitos es siempre más conveniente”.

Luego de presentado el proyecto, un coro de voces a favor del dispositivo femenino ocupó espacio en los medios para propalar las bondades y ventajas del adminículo. Una de ellas fue la empresa Caplast, propiedad del impulsor del Polígono Industrial Ovidio Lagos, Rubén Capuano. Desde esa fábrica se declararon listos para abastecer la demanda, en caso de que el proyecto de Bouza prospere en el Concejo. Según una nota del portal Punto Biz, la empresa le envió una carta a la intendenta Mónica Fein: “Humildemente le hacemos saber que nuestra empresa cumple con todas las condiciones y normativas para la producción de las piezas medicinales”, dijeron. “Este nuevo proyecto a ser tratado en el Concejo es totalmente viable, de baja inversión inicial, de muy bajo costo de pieza producida, y de enormes beneficios en salud, y en el cuidado del medio ambiente”, enfatizaron.

“Dejaron de mandar anticonceptivos, pero para esto sí tienen ideas… y proveedores”, despreció una fuente de salud pública, dispuesto a desconfiar hasta de su propia sombra.