La sociedad argentina está rota y fragmentada. El sistema político que conocimos implosionó después de la pandemia generando una crisis múltiple que no se parece a ninguna otra anterior. Por eso la anomalía de Javier Milei presidente fue posible. Pero lo que es igual es el modelo.

Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales hubiesen hecho el mismo daño pero con modales. Lo simbólico hace la diferencia en el hombre que ama a sus perros. La receta está completa: Déficit fiscal cero, ataque sistemático al Estado y ausencia absoluta de un programa productivo que sostenga el empleo y el consumo interno. Mejorar la vida de los argentinos es lo que no quiere el establishment, no porque sea malo sino por codicia.

Al revés de lo que plantea Milei el Estado es malo cuando no es eficiente y no redistribuye. Cuando lo hizo fue intolerable para los sectores más concentrados de la Argentina. El dato es uno solo: cuánto del PBI se llevan los trabajadores. Por eso la persecución a Cristina Kirchner que ablandó sus objetivos a medida que el electorado iba moldeando sus preferencias y eligió primero a Daniel Scioli y después a Alberto Fernández para tener alguna chance en las urnas a costa de un peronismo desperfilado. 

Ni Raúl Alfonsín creyó aquello que le dijo a los jóvenes de Franja Morada sobre que había que prepararse para perder elecciones si la sociedad giraba a la derecha. Aún estaba vivo cuando el radicalismo empezó a perder el rumbo sin volver a encontrarlo. La expresidenta no puede evitar el interés que despierta en ella la enjundia y el arrojo que expone Milei, aunque con ideas totalmente contrarias. 

En privado, dicen que lo volvió a demostrar en un asado enSan Fernando con Sergio Massa y otros pocos referentes. Se pregunta siel presidente está realmente loco o actúa. Ese asado demuestra de paso que está muy activa y que su retiro está aplazado y sin fecha.

El Pacto de Mayo al que convoca Milei es una declaración de principios para darle una nueva oportunidad a los gobernadores dialoguistas pero sin bajar el garrote y sosteniendo la zanahoria en la otra mano. Es un intento por revivir a la malograda Ley Ómnibus y conservar la iniciativa política que además le dará aire a los mandatarios provinciales para salir de las cuerdas.

La promesa del gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro de no firmar nada que afecte al modelo productivo provincial es una declaración de principios exagerada. El decálogo que el gobierno libertario quiere ver rubricado en Córdoba este 25 de Mayo, no contiene ningún punto que pueda poner en riesgo a la producción de esta provincia sino que es el modelo económico mismo el que la tiene amenazada de muerte. 

Hay que revisar lo de “modelo productivo santafesino” con el que también se llena la boca parte del peronismo provincial: la referencia parece ser sólo para la agroindustria porque no se vieron muchas expresiones de preocupación política con el cierre temporal de plantas de Acindar, ni por la suspensiones en la industria carrocera de Villa Gobernador Gálvez, ni por el cierre de varias minipymes del sur provincial que ya no soportan la caída en las ventas.