La cámara no llega a captar lo que sucede dentro de la celda pero sí a los presos del pabellón observando absortos cómo cuatro internos le estampan más de 30 puñaladas a Tubi Segovia. Segundos antes, dos encapuchados y dos a cara lavada, lo sorprendieron en su celda, aseguraron la puerta, y decidieron que era hora de cometer la traición.

Desconciertan los códigos que pueden romperse en el mundo carcelario. Meses antes, integrantes del clan Camino, laderos de Segovia, lo recibieron como uno más de la “ranchada” y en teoría podía estar seguro, lejos de los Funes, la banda con quienes todos se enfrentaban. Lo que nadie puede explicar, ni el fiscal ni los abogados, es por qué se dieron vuelta y lo mataron a puñaladas con saña.

Roto y descosido

Entre cuatro lo ultimaron el 24 de abril pasado en una celda del pabellón VIII con un cuchillo Tramontina de 13 centímetros y dos chuzas. Previamente le ataron un cable doble alrededor de su cuello para inmovilizarlo. Segovia murió de "al menos 36 heridas cortantes y punzocortantes, en distintas partes del cuerpo, pero la mayoría de ellas, el 80 por ciento en el paquete vasculonervioso de la tetilla para arriba, incluida la cara y el cuello".

Así lo afirmó el fiscal de Homicidios, Raúl Marcelo Nessier, quien acusó como los autores del delito de homicidio doloso triplemente calificado por ensañamiento y alevosía, a Kevin Javier Duarte, Juan Manuel Almada, Pablo Nicolás Camino -sobrino de Pimpi- y Horacio Enrique Benaventos.

"Se ven muchos internos que están viendo lo que sucede, no dentro de la celda porque cuando ingresa el último de los imputados la puerta se cierra; pero hay movimientos previos: subidas, bajadas, internos que están afuera, abajo, mirando y que luego desistieron de brindar declaración testimonial. Obviamente, no quieren meterse", analizó Nessier.