El gobierno de Michel Temer enfrentará este viernes la primera huelga nacional convocada por las centrales sindicales opositoras y oficialistas en todo el país desde 1996, en rechazo a sus dos iniciativas más osadas, la reforma jubilatoria y la laboral, que este jueves por la madrugada logró media sanción en la Cámara de Diputados.

La reforma laboral constituye la modificación más radical del área desde que en 1943, bajo la gestión de Getulio Vargas, entró en vigencia la Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT). Por 296 votos a 177, Diputados votó la iniciativa, apenas una de las reformas estructurales con las que el gobierno de Temer espera revertir la profunda crisis económica del país, cuyo Producto Interior Bruto cayó más del 7% en los dos últimos años.

El proyecto, aprobado por la "vía urgente" en Diputados y que elimina el pago obligatorio del aporte laboral a los sindicatos, pasará ahora al Senado, donde el apoyo oficialista es todavía más amplio, por lo que es muy probable que la reforma sea aprobada, aunque el jefe del bloque de senadores del partido de Temer, Renan Calheiros, advirtió que el gobierno quiere "retirar derechos" a los trabajadores y anticipó que la Cámara alta hará muchos cambios al texto que obtuvo la media sanción.

"Mucha cosa va a ser cambiada aquí en el Senado, como este desmonte de los sindicatos", dijo Calheiros, citado por el diario Folha de S.Paulo.

El gobierno defiende la reforma porque asegura que flexibilizará el mercado laboral y detendrá la sangría de despidos que elevaron el desempleo a 13,5 millones de personas por primera vez en la historia del país. Como era esperable, la iniciativa oficialista tiene el respaldo de las cámaras empresariales, pero es rechazada con contundencia por los sindicatos, que se unieron para convocar el paro nacional de mañana.

Las centrales lograron consensuar una medida de fuerza nacional como no se veía desde 1996. A la convocatoria de la Central Única de Trabajadores (CUT), la mayor del país y vinculada al opositor Partido de los Trabajadores (PT), se sumó Fuerza Sindical, del diputado Paulo Pereira, un aliado de Temer y quien fue un activo legislador pro impeachment de la depuesta mandataria Dilma Rousseff.

Choferes de colectivos, trenes, docentes, médicos y los principales sindicatos industriales anunciaron la adhesión a la huelga, y el gobierno se apuró a redoblar la apuesta: Temer adelantó que descontará el día a los empleados públicos que no asistan a sus lugares de trabajo.

(Télam)