Después de un demorado recambio de gabinete que el propio gobernador Omar Perotti sugirió en septiembre, este jueves, al borde del cierre del año, se pondrán en marcha los movimientos de fichas. La gran novedad es que la actual ministra de Igualdad, Género y Diversidad, Celia Arena, asumirá como ministra de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos, la cartera de más peso y política.

Es que, por ejemplo, el frente judicial del Gobierno tiene enorme relevancia y en ese sentido seguirá Gabriel Somaglia como secretario de Justicia afinando los vínculos entre los poderes. Por su parte, Oscar Urruty se mantendrá como secretario de Gobierno y Lucila Puyol en Derechos Humanos. En tanto, reemplazará a Arena en Género la actual subsecretaria, Florencia Marinaro. 

El rossista Roberto Sukerman se aleja de la gestión casi obligado tras la interna que su líder político, Agustín Rossi, le plantara a Perotti en lo que fue un culebrón del cierre de listas. Herida la relación entre el perottismo y rossismo, era cuestión de tiempo. Sin embargo, según sostienen en el entorno del ahora exministro, su papel había quedado desdibujado desde un tiempo antes.

Una situación similar ocurrió con el antecesor a Sukerman y primer ministro de Gobierno de la gestión, Esteban Borgonovo, quien se fue criticando al rafaelino falta de “respaldo explícito” a su tarea y la poca delegación.

¿Qué hace pensar que con Arena cambiará la situación? Bueno, tiene un vínculo de casi amistad con el gobernador a quien conoce de cuando cursaban juntos en la etapa universitaria. Esto, traducido en términos políticos, significa confianza. Gobierno es un área que no terminó de ajustarse del todo durante estos años de gestión. Con la salida de Borgonovo la cintura política que requiere el cargo la terminaron teniendo Rubén Michlig y luego Marcos Corach, también desde el ministerio de Gestión Pública. 

Luego se buscó darle volumen político con el ingreso de Sukerman para que actúe como tándem junto a Corach y poder encauzar el vínculo con la oposición en la Legislatura, pero la apuesta no duró demasiado. Ahora, alguien de extrema confianza quizá pueda traducir con exactitud lo que pretende Perotti.