Hace un mes, los investigadores de la Academia China presentaron en la revista nacional Tactical Missile Technology el proyecto de un arma indetectable que podría recorrer 3 mil kilómetros en 25 minutos, portadora de un sistema capaz de acabar con los dispositivos electrónicos de telecomunicaciones del enemigo.

Nuevas formas de guerra

Si bien el dispositivo se encuentra en fase de desarrollo se prevé que, una vez construido, consistiría en un misil con el poder de impactar contra un objetivo predeterminado y desencadenar fuertes ondas electromagnéticas, capaces de destruir dispositivos electrónicos clave en la red de telecomunicaciones del objetivo en un rango de dos kilómetros. Más aún, dependiendo de su potencia, podría hacer caer inclusive la infraestructura eléctrica y provocar cortes de energía de larga duración.

En el pasado, se elaboraron otros sistemas que utilizaban cabezas nucleares cuyo objetivo era generar energía suficiente para provocar ráfagas de microondas. La diferencia es que los científicos chinos utilizarían explosivos químicos. Tras el impacto se produciría una explosión que comprimiría un imán cargado eléctricamente que, a su vez, convertiría la energía del choque en ráfagas cortas pero muy potentes de microondas.

Otra característica del dispositivo chino es que el misil sería prácticamente indetectable para los
radares. A diferencia de los misiles balísticos, este tendría la capacidad de mantenerse dentro de la atmósfera terrestre y podría esquivar así los sistemas de detección instalados en el espacio. Además, producto del calor generado durante el vuelo, podría evitar también la detección de los radares en tierra. Como si eso fuera poco, los investigadores chinos esperan conseguir la “indetectabilidad total” convirtiendo el calor ambiental -que podría superar los mil grados centígrados- en electricidad y usar esa energía para alimentar generadores de plasma repartidos en el cuerpo del misil. Aseguran también que el uso del calor ambiental es fundamental para que el misil sea suficientemente ligero como para poder alcanzar la velocidad de mach 6, es decir, seis veces la velocidad del sonido. En lugar de baterías -que lo harían demasiado pesado- utilizaría supercondensadores con una densidad de potencia veinte veces superior. Esos condensadores se cargarían en vuelo utilizando la energía del calor. Este sistema podría liberar el 95 por ciento de la energía en sólo diez segundos, lo que permitiría una descarga instantánea de las ondas electromagnéticas.

Los investigadores chinos dicen estar convencidos de que este dispositivo podría jugar un papel
fundamental en las nuevas formas de guerra. Si se trata de dejar al enemigo sin telecomunicaciones, no se equivocan. Es una ventaja, pero tener un instrumento que permita inutilizar otros dispositivos electrónicos tales como drones o las nuevas armas autónomas controladas por inteligencia artificial, será también necesario. No queda claro si la proyectada arma china podrá vulnerar los sistemas de protección contra microondas con los que ya cuentan muchos equipos militares. Lo que parece seguro es que este tipo de armas sí afectaría gravemente la infraestructura civil, provocando el caos.

En otras palabras, podría enviar a ciudades enteras a la edad de piedra en un santiamén.
Los Estados Unidos y Rusia, también en carrera Tras años de sucesivos fracasos y accidentes desde el éxito del Boeing X-51 Waverider en 2013 considerado el primer misil hipersónico del mundo, las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos lanzaron hace poco tiempo un arma que vuela a cinco veces la velocidad del sonido. Se trata del Hypersonic Air-breathing Weapon Concept (HAWC) o concepto de arma hipersónica de combustión aérea y es un paso más en la carrera por conseguir misiles crucero imposibles de derribar que libran los Estados Unidos, Rusia y China.

El prototipo -actualmente no está en fase de producción- fue desarrollado por las compañías de defensa Raytheon y Northrop Grumman a las órdenes de la agencia de proyectos de investigación avanzada para la defensa del Pentágono. Sin embargo, ya habría sido probado mediante un lanzamiento desde el ala de un avión como un misil crucero cualquiera, utilizando un motor de cohete convencional que lo aceleró a la velocidad del sonido en pocos segundos. Posteriormente, un motor que comprime el aire de la atmósfera como combustible, comprime el aire de tal manera que realimenta al motor, que cada vez acelera más rápido hasta alcanzar Mach 5, es decir, 6200 kilómetros por hora a baja altura. Eso se traduce en 1,7 kilómetros por segundo, una velocidad que lo hace imbatible para cualquier sistema de defensa existente en la actualidad.

Los rusos por su parte, desarrollaron el Zircon, ya probado con éxito en varias ocasiones, o al
menos eso es lo que se afirma desde el Kremlin. Este misil sería capaz de viajar a nueve veces la velocidad del sonido y tendría un rango de alcance de mil kilómetros. El misil ya se encuentra en estado operativo en la fragata Admiral Gorshkov y se desplegará en toda la flota de cruceros Kirov próximamente. En estos momentos y, si lo que dice Vladimir Putin es cierto, los estadounidenses estarían notoriamente retrasados respecto de los rusos en esta carrera. Y más actores se suman. Hasta la India estaría trabajando en esta nueva forma de tecnología.

Más armas: más cerca del apocalipsis

Estos misiles crucero no son las únicas armas hipersónicas en desarrollo. Nuevos misiles nucleares como el Avangard ruso, también serían imposibles de interceptar por las defensas antimisiles estadounidenses. El gobierno de Joe Biden lo sabe y está desarrollando tanto estas armas de ataque hipersónicas como nuevos sistemas de defensa. De hecho, el Pentágono ha marcado el desarrollo de armas y defensas hipersónicas como máxima prioridad para la seguridad nacional.

La escalada militar, si bien mucho más silenciosa que en el pasado, se asemeja a la Guerra Fría. Se están definiendo distintos bloques en pugna. Recientemente se conformó AUUKUS, una alianza con propósitos nominalmente defensivos entre Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos, cuyo objetivo verdadero es frenar los avances de China en la región del Indo-Pacífico. La Unión Europea (UE) avanza hacia la formación de su propia fuerza militar con el impulso de Francia. Y hace pocos días, el exembajador de China en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) denunció una reciente alianza entre los Estados Unidos, India, Japón y Australia. Agregó que China debería reservarse el derecho de ignorar los acuerdos internacionales y que podría “realizar un ataque nuclear preliminar” contra los Estados Unidos si sigue “inmiscuyéndose” en la zona del Pacífico oriental. No es de extrañar entonces que la ONU haya alertado que el apocalipsis nuclear se encuentra más cerca ahora que hace una década.

En el centro se encuentra el perpetuo conflicto humano por el poder, pero en clave de primacía
global. Seres humanos que, por el motivo que fuera, desarrollan formas de armamento cada vez más novedosas para dominar a sus pares, aunque apelando al primitivo argumento de medir quién tiene el garrote más grande. Y ya se sabe: las armas las carga el diablo y la descargan los… seres humanos.