“El piso es bajo pero el techo no tiene límites”, dicen en los pasillos de la ex Jefatura, refiriéndose al actual senador Roberto Mirabella. Esa extraña condición edilicia de su figura pública es el principal argumento a la hora de defender su derecho a renovar la banca. Pero no el único. 

También se evoca la victoria de 2019, cuando el peronismo ganó gracias a “los de afuera”: votantes provenientes de sectores “medios” o al menos “apolíticos”, que vieron en Omar Perotti una apuesta a la economía y la producción, por encima de la histeria embanderada de la Grieta. Billetera mata relato, propusieron los perottistas. La gente estuvo de acuerdo. 

Sin embargo, la pandemia rompió ese contrato. La economía se hizo pedazos. La producción suspendió motores. El gobierno provincial tuvo que cambiar sobre la marcha la estrategia que acaso tenía desplegada. Y en dos años de gestión, puede contabilizar tres logros importantes. Uno anunciado en campaña: el Boleto Educativo Gratuito. Los otros dos, fruto de la crisis sanitaria y económica: Billetera Santa Fe y la Campaña de Vacunación. Las tres medidas se escriben en mayúsculas: son hitos políticos que quedarán en los anales de la Historia. Pero algunos en la Casa Gris se lamentan en voz baja por el brusco cambio de planes que impuso el Covid-19. Es cuando se empieza a superar ese contexto imprevisto, y la economía y la producción vuelven a repuntar, que se desafía a la conducción política del gobernador.

La interna existía. Pero hacia adentro. Era una interna interna. A lo sumo tomaba ribetes de denuncia, de reproches. Ahora es expresamente política.

Primero, la otra senadora peronista, María de los Ángeles Sacnún, manifiesta deseos de dejar de ser la segunda. Basa su planteo en un pilar que es espada pero también cicuta: Sacnún tiene línea directa con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Esto le baja el techo al tiempo que le garantiza un piso estable. El problema es que estabilidad no significa altura. Su nivel de conocimiento es muy pobre. También su capacidad de acción. Como Alicia en la casa del Conejo, Sacnún está inmovilizada. Depende de otros para poder imponerse. Y esto en política es una debilidad.

Por eso, también vuelve a aparecer el nombre de Agustín Rossi. El Chivo que tenaz empuja. Las encuestas lo avalan. También la simpatía del resto de los espacios del peronismo. Y de “la militancia”. Simpatía fingida, interesada o sincera, no importa al caso. La ostenta. Su principal escollo es, una vez más, cuestión de albañilería: su techo es bajo. Todavía se huele en los pueblos el olor a los huevazos durante el 2008 infausto. 

El “Conflicto Del Campo”, que todavía tiene ecos en la política nacional, es el que quiere conjurar Hacemos Santa Fe, el espacio del gobernador. Conciliar al peronismo con el sector productivo de la provincia. “No hay distribución de las riquezas sin riquezas”. Roberto Mirabella, desconocido para el gran público, es una figura silenciosa y laburante. Un tejedor en las sombras que salió a la luz. 

Si bien la capacidad de recolectar votos del armador del perottismo es incierta, sus posibilidades son buenas. Porque además, su victoria permitiría a Hacemos Santa Fe consolidarse como espacio de poder a nivel provincial. Y al peronismo provincial, como actor fundamental de la política nacional. Cosa que en los cuarenta años de democracia nunca pudo suceder. El perottismo es, en ese sentido, una casa de techos cuya altura nadie puede predecir. Pero primero hay que construir el piso. 

La unidad necesaria para hacerlo tal vez provenga de la lista de diputados. En ese sentido rumbeó la charla que tuvieron el gobernador y el presidente Alberto Fernández. Esta lista, que por ser elecciones nacionales no va separada de la de Senadores, puede ser la tuerca que ensamble los andamios. Aparecen en esta puja espacios que no llegan a pelear la cabeza pero sí pueden tributar a la victoria. Los pasillos hablan y Twitter amplifica. Danzan nombres: Florencia Carignano por La Cámpora, Eduardo Toniolli por el Movimiento Evita, Leandro Busatto por el rossismo, Marcelo Lewandowski por su nombre convocante, alguien (quien sea) del Frente Renovador. De un lado proponen enroques: que Mirabella se baje a diputados y el Chivo encabece. De otro se afirma con fuerza: que los demás entiendan que si bien la birome está en Buenos Aires, quien conduce es el rafaelino Omar Perotti.

Porque para conducir primero hay que ganar. Lo que dejó la victoria de 2019 fueron dos enseñanzas claras. La primera: si el peronismo está unido, puede salir a la pesca de votos “por fuera de la pecera”, y si está dividido, no puede nada. La segunda lección es más drástica, y es tarea de todos, todas y todes recordarla: para ganar hay que tener ganas.