El gobernador Omar Perotti evalúa los costos y decide no acompañar al presidente Alberto Fernández en la demanda de juicio político contra el presidente del máximo tribunal, Horacio Rosatti. Lo mismo que sus otros dos pares de la Región Centro, Juan Schiaretti de Córdoba y Gustavo Bordet de Entre Ríos. 

No es que estén de acuerdo con el fallo de la Corte Suprema que vuelve a multiplicar los recursos para la ciudad de Buenos Aires; es que tomaron la decisión de alambrar sus provincias y trazar desde ese escenario limitado sus estrategias electorales para este año. 

El que convoca es un presidente que no tiene todo el poder y cuya imagen en las últimas encuestas sigue decayendo, tanto en la consideración de la gestión como en proyección de votos. 

La decisión presidencial coincide en esta oportunidad con los intereses de la vicepresidenta Cristina Kirchner que viene denunciando a los cortesanos desde mucho antes de los escandalosos audios que sacaron de la cancha al ministro porteño Marcelo D’Alessandro y pusieron en la primera plana de los diarios al soterrado secretario de Rosatti, Silvio Robles. 

Tampoco acuerdan con estos juegos de espías y carpetazos los mandatarios con más poder en el concierto de las provincias -con la excepción del bonaerense Axel Kicillof-, pero hoy Nación no tiene nada para ofrecerles una vez que la vicepresidenta pateó el tablero anunciando que su nombre no estará en boleta alguna. 

Además a nivel nacional parece que gran parte de la dirigencia se entrega a las bandas de espionaje en su desesperación por conservar el poder. 

Es una mirada equivocada la que señala que las decisiones se toman únicamente con una vara ideológica. Si fuera por eso, Perotti ya fue con Cristina en sus dos últimas elecciones trascendentes: la del 2019 y la del 2021. Y en las dos ganó. 

Ahora deberá arreglárselas solo en los comicios de este año, por lo menos en las categorías locales y provinciales. 

Para la lista de candidatos a diputados nacionales sí será fundamental lo que diga la vicepresidenta y también el ministro de Economía, Sergio Massa. 

Con lo que no contaba el gobernador de Santa Fe es con el adversario interno que surgió en las últimas semanas: el senador nacional Marcelo Lewandowski ya había avisado que quería juego propio cuando rompió el bloque de senadores provinciales con su sucesor Miguel Rabbia. 

Le bajaron el precio a la maniobra en ese momento hasta que el ex periodista deportivo declaró públicamente no sólo que no se sentía parte del gobierno provincial, sino que además lo maltrataban en algunos ministerios y aseguró que “Perotti lo prefiere a (Pablo) Javkin antes que a mí”. 

Ahora el precio ha subido. O lo contienen a Lewandowski en las filas del armado oficialista o se arriesgan a una batalla interna con el dirigente peronista que mejor mide en la provincia.