Una fábrica de tornillos produce 100 unidades por día y al cabo de la jornada regala 25. Resulta impensable, pero es lo que ocurre en Aguas Santafesinas SA y la gran mayoría de los fabricantes de agua potable, en muchos casos con números mayores aún.

En Assa admiten que el ideal de pérdida técnica debería ubicarse en el 15%, muchos millones de litros por debajo del 25% actual.

Para empezar a corregir el problema, la empresa provincial acaba de elevar al gobernador un plan de reformulación de todo el sistema tarifario. Siempre se supo que facturar agua potable según la superficie del inmueble no era justo ni sustentable ambientalmente. Ahora tampoco lo es económicamente.

Los cambios en debate

-Mensualizar la factura y reformular el cargo fijo para que asegure un piso de ingresos a la empresa

-Llevar la micromedición de consumo al ciento por ciento de los inmuebles técnicamente medibles

-Equiparar modalidades de facturación. Hoy hay una para los usuarios provenientes de la Dipos (mantienen coeficientes zonales, tipo de edificación y antigüedad del inmueble) y otra para los que se incorporaron posteriormente a 1995 (sin coeficientes)

-Diferenciar precios según el uso del agua potable, teniendo en cuenta si va a usarse como materia prima, parte de un proceso industrial o comercial o para consumo final (hoy residencial y comercial pagan lo mismo)

-Terminar con el subsidio plano y universal y pasar a una tarifa social para sectores urbanos definidos por el valor inmobiliario (al estilo de la TGI municipal) y otra versión para usuarios que en forma individual demuestren su imposibilidad de pago.

Todos esos cambios deberán ir a la Legislatura, donde el debate se ampliará. Hace unos años que los senadores, especialmente del justicialismo, amagan con una ley que obligue al Estado dar trato igualitario a Assa con las cooperativas y municipios que prestan el servicio. Estas últimas atienden un universo de 1 millón de santafesinos pero no reciben subsidios, a excepción de partidas puntuales para obras de infraestructura.

Divino tesoro

Sólo en 2016 Aguas Santafesinas necesitó 1.350 millones del Tesoro provincial: 600 para cubrir el déficit operativo. Y 743 millones extra porque el Estado cubre el ciento por ciento de las inversiones necesarias para renovar, mejorar y ampliar los servicios. En 2017 la cifra por ambos rubros superará los 1.800 millones.

Esas necesidades no sólo vienen de un modelo tarifario agotado. En las audiencias públicas de los últimos años se escucharon muchos cuestionamientos a diversos aspectos que también empujan gastos en una empresa que desde su privatización en 2006 no cambió sustancialmente. De hecho se sigue rigiendo por la ley regulatoria de 1995 que estableció su privatización y que recién ahora se busca modificar parcialmente.

A medida

Una de las reformas pendientes es universalizar la micromedición donde técnicamente sea posible. Los avances fueron a paso de tortuga por motivos esencialmente económicos: se teme que se desfinancie la empresa; requiere una inversión muy importante; e incrementa costos con más personal para medir, mantener y reparar aparatos.

Para el salto, la empresa quiere garantizarse que no sea al vacío, es decir que termine más desfinanciada de lo que está hoy. Una de las claves es el cargo fijo de la factura, que cobraría mayor participación en el importe total de la factura.

A la par del aumento de 89% de la tarifa en cuatro tramos (será 56% real en 2017) que espera resolución del Ejecutivo, Assa reveló en la última audiencia pública que pretende instalar 30 mil medidores en 2017. Es decir, colocar en un año la mitad de los micromedidores que se instalaron en los últimos 10, que exactamente fueron 62.577.

Cuando se reestatizó en 2006, Assa tenía 82.800 medidores y hoy son 145.300. El número todavía es muy bajo si se tiene que en Rosario opera 800 mil cuentas.

Actualmente, todo nuevo servicio que se habilita se hace con medidor, pero reconvertir a los viejos usuarios presenta dificultades. Una es el costo: Assa propone que sea por sistema de esfuerzo compartido; la otra cuestión es conseguir proveedores para semejante volumen.

Primero donde es más caro

Aguas ya tiene decidido dónde irán a parar esos micromedidores: Rafaela, Cañada de Gómez, Rufino y Firmat. En esas ciudades potabiliza agua de napas subterráneas con plantas de ósmosis inversa, cuyo costo de producción es cinco veces mayor al de los sistemas de aguas superficiales de Santa Fe o Rosario. Lo que allí se desperdicia, además de ser un problema ambiental, cuesta muy caro.