La Municipalidad desempolvó el indicador de facturación total de los locales habilitados en la ciudad, un número que permite medir con rigurosidad el registro de actividad, consumo y producción. La última foto (julio/agosto) muestra las primeras señales de una desaceleración que, según se proyecta, se agudizará en los últimos meses del año.

El indicador de facturación tenía, hasta ahora, un carácter trimestral y no sistemático. La difusión mensual permitirá tener números constantes y precisos sobre lo que pasa en los distintos rubros de la economía. Los valores, según explicó el secretario de Producción, Empleo e Innovación, Germán Giró, se obtienen de las declaraciones juradas de los contribuyentes. El universo de la muestra comprende 3.464 industrias, 568 firmas del rubro de la construcción, 20.538 comercios y 10.936 prestadores de servicios.

En julio –último índice medido--, la caída fue de 1,8 respecto del mes de junio. La variación interanual, no obstante, arrojó un porcentaje positivo de 1,9. Los datos provisorios de agosto arrojan, por primera vez en 14 períodos, un derrumbe en la comparación con el mismo mes de 2017 (0,68).

La proyección que hacen en la Municipalidad es que el indicador de septiembre será todavía más crudo. Medirá los efectos de la brusca devaluación de mediados de agosto y los primeros coletazos del enfriamiento de la economía, una recesión que llegó para quedarse tras el segundo acuerdo con el FMI.

“En esta radiografía no vemos todo lo negativo que uno cree que se viene”, admitió en la presentación del informe el secretario de Hacienda y Economía, Santiago Asegurado. Así y todo, los números que ya están sobre el papel encienden señales de alerta.

Aún con estos porcentajes negativos, la radiografía económica de Rosario es mucho más alentadora que la mayoría de las otras ciudades del país. “Por su estructura, Rosario se la está bancando más que el resto del país. Los números son peores a nivel nacional”, aclaró María Fernanda Ghilardi, subsecretaria de Producción municipal.

La construcción es la única actividad que mantiene valores muy positivos. En julio el crecimiento fue del 3% respecto de junio, y de un 13,9% en comparación con 2017. Los números son casi todos negativos en la industria manufacturera, el comercio y los servicios.

“Vemos, por ejemplo, que la producción de alimentos va en caída”, explicó Ghilardi. Ese ítem arrojó un descenso del 2,3 en relación a junio. El descenso más pronunciado se llevó la categoría “Vehículos y equipos de transportes” con un índice negativo de casi 30%. Componentes electrónicos y textiles cayeron en el orden del 5,5%.

El comercio, que comprende el 40% de la facturación total, cayó a nivel minorista un 1%. En cuanto a los servicios, el único que creció con fuerza fue el de la “intermediación financiera” (+9,8). Inmobiliarias, alojamiento y servicios de comida, entre otros, retrocedieron en un promedio del 3%.

“Desde la percepción y de lo que vemos en la calle en el día a día, la desaceleración va a ser aún mayor en los próximos meses”, adelantó con preocupación Giró.