El estrés hídrico de verano hizo caer la proyección de cosecha de soja y maíz 9 y 8 millones de toneladas, respectivamente. Incluso con la recuperación de los precios, la pérdida de ingresos netos del sector productor ya asciende a US$ 2.930 millones, lo que redundará en menos fletes, menos servicios financieros y de intermediación, menos consumo. En total, el impacto sobre la economía argentina se estima en US$ 4.800 millones, o un 1% de su PBI potencial.

En el frente externo, las exportaciones de los principales productos de los complejos soja y maíz caerán en 13 millones de toneladas. Según un informe de la Bolsa de Comercio Rosario (BCR)si se calculan las exportaciones netas del sector a los precios actuales, se estima que dejarán de ingresar al país US$ 2.665 millones, una caída del 10% respecto al total estimado al cierre del año pasado.

Además, el Estado dejará de recaudar impuestos por US$ 1.440 millones, de los cuales US$ 1.040 millones corresponde a menor ingreso tributario por derechos de exportación, y el resto a otros impuestos.

De acuerdo a las estimaciones de la Bolsa de Comercio Rosario (BCR), si bien el precio en el mercado de futuros de la soja a cosecha (mayo 2022) aumentó un 14% entre septiembre del año pasado y enero de 2022 y el maíz subió un 23% para la variedad temprana y un 12% la tardía, el rinde de la soja ya perdió en promedio un 19% respecto al potencial con el que se hacían cuentas al momento de plantear las siembras 2021/22.

En el caso del maíz, la pérdida de potencial de rinde para los que se cosecharán el próximo abril alcanza el 29%, en tanto que para el que se cosechará a partir de julio de este año se descuenta a la fecha el 18% de sus quintales, en zona núcleo. Con estos números, el ingreso bruto total esperado por hectárea sembrada ha perdido un 7% en el caso de la soja y un 10% en el caso del maíz, ponderando por la cantidad de hectáreas sembradas de cada variedad.

El menor ingreso del sector productivo a causa de la pérdida de producción redunda en menos viajes de fletes, menos servicios financieros y de intermediación, menos demanda al sector constructor, etc.; en definitiva, menos inversión y consumo que terminan impactando sobre la actividad económica general.

Utilizando el coeficiente de Leontieff estimado en base a la matriz insumo-producto simplificada que la OCDE estimó para Argentina en 2019, este efecto multiplicador del agro sobre la actividad económica nacional puede estimarse en 1,6. Es decir, por cada $1 que sube (baja) la demanda de bienes finales del sector Agricultura, Silvicultura y Pesca, la actividad económica crece (cae) en $1,64. De este modo, la pérdida de ingresos por US$ 2.926 millones del sector primario impactará en una caída del Producto Bruto Interno argentino de US$ 4.799 millones; ello es, un 1% del PBI potencial estimado para la Argentina en 2022 según el Fondo Monetario Internacional, el cual asciende a U$S 483.765 millones.