Los argentinos tenemos un Edipo con el verde del cual no podemos alejarnos ni dejar de pensar. Desde algunos años atrás, a esta parte, existe una diferencia entre distintas emisiones de la Reserva Federal de los Estados Unidos del billete de dólar. Se trata de los conocidos como “cara chica” y los “cara grande”, denominados así por el tamaño de la imagen del patriota estadounidense que porte el billete.

Los “cara chica” ganaron el desprecio de los ahorristas y como una regla de mercado empezaron a ser rechazados, incluso algunos arbolitos pagan menos por ellos. Por su parte, ciertos bancos suelen tomarlos, aunque otros prefieren evitarlos. Impresos en los Estados Unidos hasta el año 1996, en el billete de u$s100 está Benjamín Franklin dentro de un marco ovalado y que, en términos de dimensiones, es más pequeño en comparación con las versiones impresas más tarde.

El periodista económico Alejandro Bonalumi da algunas explicaciones sobre el caso y dice que la Reserva Federal de los Estados Unidos “no tomó ninguna resolución” al respecto para que estos billetes pierdan valor o vigencia, es por eso que muchos bancos en Argentina los entregan, aunque hay gente que prefiere no recibirlos y esperar que les den los nuevos (cara grande). “Los bancos están obligados a recibirlos, más allá si es de cara chica o grande, no así si están rotos o manchados”, explica. Y asegura que una solución para los billetes viejos es enviarlos a EEUU para su reposición por los nuevos, pero esta operatoria está trabada por la pandemia.

El problema, para el periodista económico, recrudece el sector privado donde por especulación comienza a “correrse la bola que esos dólares van a perder vigencia”, entonces dice Bonalumi, que si se sacan los dólares del banco y  se usan para una transacción privada, y en esta se cotiza menos, es sólo una imposición del mercado, nada que tenga que ver con una norma establecida legalmente.

“En general hay muchos de estos dólares de cara chiquita porque algunas personas ahorran desde hace mucho tiempo. En el momento de ir a cambiarlos o pagar alguna transacción, fuera del amparo de los bancos, se encuentran que les hacen descuentos de hasta un 5 por ciento o incluso no se los toman”, relata el especialista.

Por otro lado, un reconocido cambista de la ciudad, que prefiere el anonimato, compara la venta de dólares viejos con una verdulería, y ejemplifica: “Cuando uno entra y ve un durazno machando o cachado elije el otro que se ve mucho mejor, la gente le toma antipatía, lo digo desde una mirada simpática”.

Siguiendo con su análisis, el "arbolito" rosarino se mete en la mente de los argentinos y su vínculo enfermizo con el dólar y comenta: “En otro países la gente no tiene la capacidad de entender a esta moneda con fundamental; y los billetes cara chica son parte de la Argentina, pero últimamente perdieron la simpatía  y por ende su valor”. Hoy en el mercado ilegal el cara grande vale 145 y el otro o los manchados, 130”.

Luego sostiene que existe un cuello de botella y por ende hay un prevalecimiento del mercado, por eso se hace un descuento de no más de 20 o 30 pesos por dólar, y depende el estado del billete. “El mercado es lo que se quiere o no se quiere, lo que se acepta o no. Es cierto que no hay nada que diga que las caras chicas no tienen valor, pero las cosas tienen su precio porque es el mercado es que se las da”, asegura el cuevero.

Quien también suma su versión es el analista financiero y economista Federico Fiscella. Para él este tema puede tener varias lecturas, pero deja en claro que la Reserva Federal de los Estados Unidos garantiza que cualquier dólar en los Estados Unidos tiene valor y que uno puede llevarlos a cualquier banco y le reponen billetes nuevos.

En tanto en Argentina el fenómeno pasa por otro lado. “Hay mucho dólar ilegal”, dice y prosigue: “Al tipo que maneja billetes blue le cuesta meterlos en un circuito legal y que le vuelvan billetes de versiones nuevas. Ahí es donde nace el descuento, sumado que en Argentina es muy grande el nivel de transacciones en dólares que se hace por fuera del circuito legal”.

Este fenómeno tiene su clara explicación en el dólar colchonero que pone en evidencia todos los verdes viejos que circulan por fuera del mercado financiero convencional, como una economía paralela. “A la Argentina no le faltan dólares, le sobran, lo que pasa es que no están en el circuito legal”, grafica Fiscella.

Como caso testigo, el analista cita finalmente a las transacciones inmobiliarias, donde hay un acuerdo privado, generalmente en una escribanía o estudio contable, y delante del escribano se trasladan los billetes de dólar, aunque la escritura sea en pesos. “Hay mucho conflicto en eso porque en Argentina hay mucho dólar acumulado fuera del circuito, entonces se generan desacuerdos porque los compradores piden billetes nuevos”.