Vicentin y los vicios de familia

La cultura empresarial es algo que indudablemente se transmite. Es por eso que no es de extrañar que Terminal Puerto Rosario S.A., cuyo Directorio es controlado por la gente de Vicentin, haya trasladado algunas de sus costumbres a las empresas que administra. Además, si a Vicentin le ha funcionado de “maravilla” su modelo de negocios, ¿por qué debería de cambiarlo en las otras empresas que regentea?

Primera Lección. Aportando para las campañas 

En primer lugar hay que ser un generoso aportante en las campañas políticas de TODOS los candidatos.

Obviamente como quien va al casino, se corona con mayor énfasis al supuesto ganador. Pero por las dudas falle, hay que hacer un aporte a los candidatos que le siguen en chances a ganar. Estos también tendrán su aporte. Menor en monto, pero aporte al fin.

Los aportes van desde los formales como las compras de mesas en cenas costosas a otros que quizás no tengan tanta formalidad. Pero lo más importante es que “Acá no hay corazoncito que valga”. No se trata de aportar en base a convicciones. Recordemos las palabras de Al Pacino en El Padrino: “Esto no es personal. Solo son negocios”.

Cosechando los frutos del aporte democrático

Queda claro que quienes demuestran con efectividades este alto espíritu democrático, son merecedores de tener ciertas consideraciones especiales, y esto es algo que Vicentin lo conoce a la perfección.

¿Por qué deberían ser fiscalizados quienes con tanto civismo colaboraron en la campaña?

Evadiendo el Drei de Rosario

Terminal Puerto Rosario S.A., más allá de ocupar el espacio que puede ser considerado como zona primaria aduanera y por ello sentirse que se encuentra excluido en principio de abonar la Tasa del Derecho de Registro e Inspección, ocupa otros terrenos y predios con galpones y desarrolla actividades dentro de la ciudad de Rosario.

Nada de todo esto cuenta con la pertinente habilitación municipal y a nadie parece importarle.

Estos inmuebles ocupados por Terminal Puerto Rosario S.A. imponen la obligatoriedad de tributar el Derecho de Registro e Inspección a la Municipalidad de Rosario, la que nunca ha cobrado dicha tasa, constituyendo este hecho una evasión millonaria a las arcas del municipio.

Solo resta saber si esta inactividad de parte de los órganos de fiscalización municipales que usualmente son implacables con pequeños comerciantes, obedecen a la falta de competencia o aptitudes intelectuales para desarrollar los cargos que ocupan, o son consecuencia de una mirada contemplativa a contribuyentes democráticos.

Entendemos que el actual intendente de Rosario todavía no ha tenido mucho tiempo para detectar situaciones anómalas como la recién descripta, y esperamos humildemente que la presente sea una ayuda para que las autoridades les cobren los impuestos a las grandes empresas que como esta, evitan pagarlos.