Se cumplieron los seis primeros meses del gobierno del presidente Macri. Es decir que el famoso segundo semestre ya llegó. Y no se ven por ningún lado las bondades pronosticadas para esta fecha, por el contrario el ajuste ha comenzado a profundizar sus efectos. Y el Jefe de Estado tuvo que salir a pedir que la gente no escuche “a una minoría que quiere que nos vaya mal”. Y tiene razón, debe ser una clara minoría la que desea que le vaya mal. La gran mayoría quisiera que el gobierno dejara de atacar a los sectores de ingresos fijos con tarifazos exorbitantes, derrumbe de la actividad económica, quiebre del mercado interno, apertura indiscriminada de las importaciones, inflación y devaluación.

Sin duda una gran mayoría estará analizando ahora que este no era el cambio en el que estaba pensando cuando eligió en las urnas desalojar al peronismo del poder. Y habrá otra gran mayoría que no hace más que ratificar sus peores temores sobre Macri y su gobierno.

Otra mayoría es la que asiste impávida al espectáculo nefasto de la pérdida de empleo, cierre de comercios y quiebre de pequeñas y medianas empresas. Cuando uno le pone nombre, apellido, voz y rostro a estas situaciones (como recomienda Durán Barba) se da cuenta de la dimensión del impacto de estos seis meses de administración. María quedó viuda y llevó adelante sola en estos últimos años una empresa que fabrica interiores de heladeras en Villa Gobernador Gálvez. Confesó que es la primera vez que no pudo pagarle la quincena a tiempo a sus doce empleados que se miran la cara tres días a la semana sin saber qué hacer porque no hay trabajo.

En estos tiempos, el gobierno parece haber errado feo su eje publicitario con esas historias “productivas” que contrastan con la realidad. Ya se difundió y se supo que la carpintería que tenía que fabricar tres cunitas en la ficción, en la realidad tuvo que cerrar en La Rioja porque no pudo afrontar el impacto de las tarifas y la caída estrepitosa en las ventas.

Pero lo más grave es el discurso desembozado de muchos funcionarios del gobierno nacional que cuando se reunen con industriales de Rosario prometen revisar la situación de cada empresa, pero enseguida agregan “hay que ver si es viable” el emprendimiento. La realidad marca que sin el Estado acompañando y fomentando, casi ninguna pyme es viable. Si no se las cuida de las importaciones y se la acompaña con políticas que las protejan, sucumben. La historia lo dice claramente.

También sería importante que algunos funcionarios provinciales dejen de comparar la situación con Chile. Es un país distinto, no industrializado como Argentina, Brasil y México. No hay punto de comparación y el modelo trasandino cierra con muy bajos salarios. Lo que para muchos es el claro objetivo de la gestión de Cambiemos en la nación.

En estos meses el gobierno ha puesto en marcha dos iniciativas que no tuvieron oposición: El pago de juicios a los jubilados y la devolución de parte del IVA a los sectores más vulnerables. Pero ambas iniciativas traían en su texto el sello inconfundible del PRO. Los jubilados recibirían ese beneficio pero a costa de poner en riesgo a futuro el sistema previsional argentino. Y el 15 por ciento del IVA con un costo fiscal de 25 mil millones de pesos, es sólo hasta 300 pesos por mes y para operaciones con tarjetas de débito. A la hora de gestionar para los sectores más vulnerables, el déficit sigue siendo altísimo.