Hace casi dos semanas, los gobiernos de Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto cortaron sus relaciones diplomáticas con Qatar, acusando al país de financiar al terrorismo fanático. 

El origen del reciente deterioro en el vínculo entre Qatar y varios países árabes se sitúa en declaraciones del emir Hamad bin Jalifa al Zani, en las que criticaba la postura de los países del Golfo Pérsico contra Irán y en las que se refería a "tensiones" con los Estados Unidos, ventiladas por la agencia nacional de noticias QNA.

Inmediatamente después de que se hicieron públicas, la QNA denunció haber sufrido un ataque informático y negó la veracidad de la nota publicada, pese a lo cual medios de Arabia Saudí y de los EAU continuaron informando acerca de las presuntas declaraciones del emir. 

Este hecho provocó críticas desde Doha, capital de Qatar, lo que llevó a Arabia Saudí, EAU, Egipto y Bahréin a bloquear el acceso a diversos medios qataríes, entre ellos la cadena de televisión Al Yazira.

Pero eso no fue todo.

El primer país en anunciar su decisión de cortar las relaciones diplomáticas fue Bahréin. El argumento fue que el Estado de Qatar intentaría desestabilizar la seguridad de Bahréin e interferir en sus asuntos internos. Además de retirar a su cuerpo diplomático acreditado de Qatar, el gobierno de Bahréin pidió a sus habitantes que no viajaran a ese país. Al poco tiempo, Arabia Saudí se sumó a Bahréin, afirmando que se trataba de una medida necesaria para proteger al país del "terrorismo" y el "extremismo". Las autoridades saudíes cerraron sus puertos, aeropuertos y puestos fronterizos para evitar la entrada de qataríes al país.

Egipto hizo lo propio inmediatamente después, anunciando el cierre de su espacio aéreo y sus puertos a todos los transportes qataríes. El gobierno egipcio acusó a su par qatarí de apoyar a varias organizaciones terroristas, entre ellas la organización islamista Hermanos Musulmanes, ilegalizada en el país después del golpe de Estado de 2013 contra el entonces presidente, Mohamed Morsi.

Por último, EAU sustentó su decisión en la necesidad de luchar contra el terrorismo y proteger la seguridad del país. Asimismo, dieron 24 horas a los qataríes para abandonar el país, recalcando que cerrarán sus aeropuertos y puertos a los transportes qataríes, al tiempo que se prohibió a sus ciudadanos viajar al país vecino.

¿Qué clase país es Qatar?

Se trata de una monarquía absoluta ejercida por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX. Antes del descubrimiento de petróleo en su territorio, Qatar era famoso por la recolección de perlas y por su comercio marítimo. Fue protectorado británico hasta que obtuvo su independencia en 1971. En 1995 el jeque Hamad al Zani se convirtió en emir tras deponer a su propio padre, Jalifa bin Hamad al Zani.

Qatar posee la tercera mayor reserva mundial de gas natural, lo que ha convertido al pequeño emirato en el país con mayor renta per cápita del planeta y lo ha llevado a alcanzar el índice de desarrollo humano más alto de todo el mundo árabe. Si bien aparece en el puesto decimonoveno como país más pacífico a nivel global, es cierto que recaen sobre él numerosas acusaciones de financiar a grupos terroristas en el marco de la denominada “primavera árabe”.

En años recientes Qatar ganó influencia en el mundo árabe y también en Occidente, a través de su televisión estatal Al Jazeera. La nación mantiene relaciones muy cercanas con diversos poderes occidentales y asiáticos, y en numerosas ocasiones ha actuado de puente entre los Estados musulmanes y el resto del mundo. Qatar tiene una población de más de dos millones de personas, pero de ellos tan sólo 250 mil son ciudadanos cataríes. La mayor parte de sus habitantes son extranjeros que trabajan y viven allí. Además, es uno de los pocos países en los que sus ciudadanos no pagan ningún impuesto.

Actualmente, está inmerso en una gran transformación planificada que durará varias décadas y que pretende alcanzar una economía avanzada, sostenible y diversificada. Como parte de esas políticas y para promover el turismo, Qatar invirtió miles de millones de dólares en la mejora de infraestructuras, organizó los Juegos Asiáticos de 2006 y fue elegido país organizador de la Copa Mundial de Fútbol de 2022, el primer país árabe que lo consigue.

Impacto en el fútbol

El conflicto abierto entre los países árabes ya mencionados y Qatar podría repercutir directamente en la celebración del Mundial de Fútbol en 2022. En lo inmediato, el primer impacto lo acusaron los mercados, dado que la bolsa catarí que cayó un 7,2 por ciento tras el boicot de los vecinos, pero las tensiones económicas pueden escalar aún mucho más. En el corto plazo, los analistas económicos confían en la capacidad del país para contener la crisis dado que el país cuenta con recursos suficientes para amortiguarla.

Sin embargo, otros potenciales problemas amenazan a la economía qatarí. Los analistas advierten que la gran mayoría del suministro de alimentos del país es por vía terrestre, a través de Arabia Saudí. Si continúa la tensión, obligaría al país a importar su alimentos vía área o marítima, lo que aumentaría los costos. Si se produce una desaceleración de la economía unos de los principales sectores del país como la construcción, acusaría el golpe, dado que también depende las rutas terrestres.

También habría un fuerte golpe en Qatar Airways, que ya suspendió todos sus vuelos a Arabia Saudí hasta nuevo aviso. En caso de que la crisis se prolongue durante mucho tiempo, la aerolínea sufriría en sus balances. Cualquier aumento en el costo del transporte o en las pérdidas económicas de la Qatar Airways sería absorbido por el Estado, lo cual supondría un mayor endeudamiento de las arcas públicas. Como si eso fuera poco, los analistas advierten que la liquidez del sector bancario qatarí ya sufrió bastante con la caída de los precios internacionales del petróleo, motivo por el cual una crisis prolongada contribuiría a exacerbar dicho problema.

Por todos estos motivos es que peligra de manera directa la organización del Mundial de Fútbol, una de las mayores competiciones deportivas del mundo. Pero como toda crisis lleva consigo la semilla de una oportunidad, los cuestionamientos acerca de la estabilidad del país, abre la posibilidad de que otros países puedan pedir acoger la competición.

Hipocresía

Independientemente de que las acusaciones de que Qatar financia al terrorismo fundamentalista comenzaron el 2010, cabe decir que el país quedó ahora en medio de una disputa entre Arabia Saudí e Irán por el liderazgo ideológico/religioso en el mundo islámico. Esa disputa ya se cobró una guerra civil en Yemen, donde cada bando respondía y era financiado por Arabia y por Irán. 

El régimen de la familia Al Saud, gobernante en Arabia es igual de opresivo o peor que el qatarí, con la diferencia de que los sauditas tienen apoyo incondicional de los Estados Unidos, país del cual son históricos proveedores de petróleo y del cual es acreedor de buena parte de su deuda externa. Loa saudíes tampoco están exentos de sospechas respecto de la financiación de grupos terroristas, ya sea Estado Islámico (ISIS), Al Qaeda o los talibanes en Afganistán.

Respecto del fútbol, habría que preguntarse por lo que sucede más allá del show y del deporte. Qatar fue evidentemente seleccionado como sede mundialista no por sus méritos y su historia en torno a la pelota, sino porque podía pagar para serlo. Eso, en medio de un entramado en el cual la corrupción purulenta de la FIFA había salido a la luz, aunque al parecer ya todo cambió lo suficiente como para que no haya cambiado nada. Mientras tanto, los platos rotos tendrá que pagarlos Qatar, como si se tratara del único responsable.