La relación entre Argentina y España siempre tuvo altibajos. Los últimos años de gobierno kirchnerista fueron áridos. El ascenso del nuevo gobierno argentino y la ratificación del conservador Mariano Rajoy en el poder, supusieron una confluencia ideológica y política que provocó la distensión que se hizo tangible durante la visita que Mauricio Macri hizo a España durante la última semana.

El mandatario argentino viajó en medio de un clima político doméstico hostil y se encontró con una recepción que lo hizo sentir mejor que en su propia casa. Llegó a Madrid para buscar avales políticos y económicos a su gestión. Por eso viajó con una comitiva de 200 empresarios, persiguiendo especialmente dos objetivos económicos: captar inversiones y potenciar la relación comercial bilateral. En el primer caso, España tiene una fuerte incidencia en la Argentina, como en casi toda hispanoamérica. La situación es diferente respecto del intercambio comercial

Plata va, plata viene

España es el segundo país que más invierte en la Argentina, con 13.145 millones de dólares,  superado solamente por los Estados Unidos, que invierten 19.800 millones de dólares. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente comercial, la relación con España no es tan significativa debido a que ocupa el noveno puesto de los países que intercambian productos con Argentina y cuenta con una participación del 2,2 por ciento del total.

Entre 2004 y 2006 las empresas españolas dominaban aproximadamente el 30 por ciento de la Inversión Extranjera Directa (IED) en Argentina. Pero mientras en 2006 la IED de España tenía una participación de poco más del 30 por ciento -unos 20 mil millones de dólares- en 2015 esas cifras cayeron casi la mitad.

La IED de España en Argentina comenzó a resentirse en 2011 cuando la petrolera española Repsol vendió al Grupo Petersen una parte del paquete accionario de YPF por alrededor de 1.300 millones de dólares. Con esa operación, la firma presidida por Enrique Eskenazi llegó a poseer el 25 por ciento de la petrolera local. La tendencia se profundizó un año después, cuando el gobierno de Cristina Fernández le expropió a la compañía ibérica el 51 por ciento de las acciones. Dicho de otro modo, la salida de Repsol de YPF significó una caída de la IED española en el sector de petróleo de casi 10 mil millones de dólares.

Actualmente, las empresas españolas tienen inversiones en los siguientes sectores: financiero; comunicaciones; industria química, caucho y plástico; metales; alimentos, bebidas y tabaco; petróleo; comercio; transporte; electricidad, industria automotriz; productos minerales no metálicos; construcción; agricultura, ganadería y maquinarias y equipos, entre otros.

Respecto de la relación comercial, en 2016 el intercambio fue superavitario para Argentina en 704 millones de dólares, con una recuperación con relación a 2015 -405 millones- pero muy lejos aún  de los 1.684 millones que había en 2011. Las exportaciones son principalmente de bienes agrícolas (82 por ciento del total), minerales y combustibles, bienes de capital, químicos, autopartes, cueros y sus manufacturas. Las importaciones son, en su mayoría, químicos, autopartes, bienes de capital, metales y sus manufacturas, productos de farmacia, papel y editoriales.

La intención del gobierno argentino es aumentar ese magro 2,2 por ciento de intercambio comercial con España. Los empresarios españoles fueron cautos aunque recibieron con buen talante la promesa del presidente Macri de asegurar reglas de juego claras y seguridad jurídica. El problema argentino en ese punto no es el presidente o su gobierno, es su larga historia de incumplimientos. Argentina nunca se caracterizó ni por la claridad de las reglas de juego ni por la seguridad jurídica para los inversores. Al ser 2017 un año electoral en Argentina y teniendo en cuenta la fragilidad legislativa del gobierno de Cambiemos, los empresarios españoles probablemente prefieran mantenerse “desensillados hasta que aclare”.

La política española, amable con Macri

Independientemente de las expresiones más hostiles de los diputados de Podemos, sintetizadas en las palabras de Íñigo Errejón en el recinto legislativo, la política española trató bien al mandatario argentino. Macri fue recibido con honores militares en una imponente ceremonia en la cual participaron el rey Felipe VI y la reina Letizia, el presidente Mariano Rajoy y autoridades del Congreso de los Diputados y del Senado. El jefe de Estado y el jefe de gobierno desplegaron toda la pompa posible y, con ella, emitieron varios mensajes diferentes.

Uno fue el agrado que sienten hacia Macri y el sector político al que representa, identificado con el  Partido Popular de Mariano Rajoy y claramente distinto de la pesadilla que supuso para el gobierno español la relación con los Kirchner.

Otro fue un mensaje económico. El propio monarca expresó que el libre comercio “no es una política de gobierno, es una política del Estado español”. En tal sentido, tanto el rey como el presidente de gobierno se encargaron de dejar bien claro que encontraron en Macri un aliado.

El último mensaje, fue para los propios españoles. Rajoy encontró la ocasión propicia para lucirse tras un año difícil debido a las acusaciones contra su partido por el financiamiento ilegal de campañas electorales, y en el que debió afrontar dos elecciones que lo dieron ganador pero con cifras tan magras y con una indefinición política tal, que estuvo al borde de la caída. Felipe VI encontró encontró el momento ideal para por lucirse junto su esposa, luego de los sucesivos golpes que venía acusando la monarquía, con la abdicación de su padre, su hermana exiliada y su cuñado condenado por corrupción.

Macri y Rajoy, un solo corazón

El presidente argentino se sintió bien en España. Lo dejó ver todo el tiempo. España fue para él más que la Madre Patria recibiéndolo. Cuando contó para gracia de todos -incluido el rey- que su hija Antonia quería “quedarse a vivir en el Pardo”, posiblemente Macri pensara en sí mismo.

Más allá de cualquier especulación, el vínculo entre Macri y Rajoy es cercano y amigable. El interrogante que surge es si sólo cultivando ese vínculo les alcanzará a ambos para convencer a los empresarios de invertir y comerciar en ambos países, para acercar al Mercosur y la Unión Europea, para demostrarle a un mundo con tendencias proteccionistas las ventajas del libre comercio, y para convencer a españoles y argentinos de que sigan votándolos.