Juan Monteverde, precandidato a concejal y cara visible de la agrupación política Ciudad Futura, fue uno de los primeros militantes sociales en denunciar el "perverso trasfondo" que había detrás del plan urbanístico trazado por el municipio tras la recuperación económica superada la crisis del 2001. A su juicio, este "modelo desregulado y perverso" explica que hoy Rosario tenga más casas sin gente que gente sin casa.

Pese a su juventud y a su inexperiencia en cargos de gestión, Monteverde es uno de los dirigentes políticos que más sabe sobre la planificación del espacio público. Su militancia territorial le permitió atar aquellos cabos sueltos que se desprendían de un modelo de ciudad presentado como moderno, eficaz y sustentable. En 2010, como líder del movimiento Giros, logró lo impensado: que una idea surgida en los pasillos de una facultad en torno a la problemática social habitacional se trasformase en una ley sancionada por el Concejo. Aquella iniciativa, que puso un coto al auge de los barrios privados, fue el puntapié inicial de una desigual pelea por intentar contrarrestar los nocivos efectos de la desregulación del suelo.

En 2013, Monteverde no consiguió quedarse con una banca en el Concejo, objetivo que se trazó para transformar "diagnóstico en realidad". El 19 de abril buscará la revancha: espera sumar los votos necesarios en las primarias para poder competir en las elecciones de junio con la boleta de Ciudad Futura. Las políticas públicas para paliar la asimetría urbanística que, a su juicio, sufre Rosario, encabezan la plataforma política del espacio que lidera. 

Monteverde presentará este jueves el proyecto Inmobiliaria Pública, un bosquejo que busca dotar al poder ejecutivo de instrumentos y herramientas para poder administrar aquellos terrenos que luego serán adquiridos por privados. "Si logramos que el Estado tenga las tierras, cambia la correlación de fuerzas: el municipio es quien fija las reglas y no la empresa privada, como ocurre hoy en día", afirma en diálogo con Rosarioplus.com.

¿Cómo se explica que Rosario tenga hoy más viviendas vacías que familias sin un hogar?

Esto marca a las claras que se está construyendo con una lógica especulativa y no con una lógica de garantizar derechos. Después de diez años de crecimiento ininterrumpido hoy tenemos una ciudad que no creció en cantidad de habitantes, un dato no menor, y que tiene más inmuebles vacíos que familias sin casa. El Estado municipal dejó en manos del sector privado la planificación de la ciudad. Toda la inversión pública y privada se plasmó en aquellos lugares con espíritu de renta.

¿Cuándo se gestó este modelo de ciudad?

Con la gestión de Miguel Lifschitz. Cuando asume en 2003 busca generar una ciudad competitiva y para eso se dedica a atraer el excedente del modelo agroexportador. Entonces, desregula el mercado inmobiliario. Entrega los indicadores del suelo y deja que los privados proyecten el modelo urbanístico. Con le agravante que ahí se coló el dinero oscuro del narcotráfico. Los crímenes, la violencia y la consolidación de las bandas delictivas se explican también a partir de este modelo de ciudad.

Por lo que decís, el malo de la película es el candidato a gobernador que hoy tiene el oficialismo.

Por eso ponemos tanto énfasis en lo terrible que puede llegar a ser Lifschitz a cargo del gobierno de la provincia. Ellos hablan del cuco del PRO pero yo no sé cuanta diferencia hay con Del Sel. Si hizo semejante desastre en Rosario, volcándose en los grupos concentrados con la Fundación Libertad como usina de pensamiento, no queremos imaginar lo que puede hacer al frente de la Casa Gris. En estos últimos años, en la Fundación Libertad se dicta un seminario que se llama "Urbanismo y Negocio". En cada apertura y cierre participó un funcionario municipal de peso. Iban a legitimizar ese encuentro. Es un claro símbolo del modelo que llevaron a cabo.

¿Esto se hizo de manera consciente?

Absolutamente. Dejó avanzar a estos grupos escudándose en los famosos convenios entre lo público y privado. Maquilló el modelo con supuestas mejoras para la ciudad. Pudo inaugurar avenidas o una cancha de hockey, por dar un ejemplo, bajo el lema que el Estado no ponía un solo peso. En el caso de Lisfchitz hay un componente muy fuerte de cinismo y de pragmatismo. Le permitió mostrar mucha iniciativa política ya que uno de los grandes problemas que tienen los municipios en Argentina es la falta de recursos.

¿Pensás que no fueron escuchados en su momento cuando denunciaban algo que nadie denunciaba?

Lo que hoy se puede analizar con datos en la mano, antes era un grito en el cielo en soledad. Nos decían que estábamos locos. Cuando arrancamos en Nuevo Alberdi vimos esta otra cara en el territorio. Toda reunión con Power Point incluido entre el municipio y la empresa privada terminaba en un desalojo ilegal que se llevaba puesto derechos e historias de los vecinos. El grupo empresario que se quiso instalar en Nuevo Alberdi tiene hoy el 9% de la ciudad: 1444 hectáreas. Para tomar dimensión de la magnitud, esta cantidad de hectáreas equivale, por ejemplo, al cuadrante céntrico que va de Oroño, Pellegrini y el río.

¿Hay alguna forma de ponerle coto a esto?

Es una decisión política. Este avance se puede hacer porque estos grupos tienen la venia del municipio, que se evita pagar el costo político de expulsar a tantas familias. Eso queda en manos del privado, que va familia por familia "arreglando", por decirlo de alguna manera, para sacarla de ahí. Estamos hablando de cifras millonarias. En su momento nosotros hicimos un cálculo de cuánto iba a perder este grupo por no poder hacer un country en Nuevo Alberdi: la diferencia entre proyectar un barrio cerrado y uno abierto era de 100 millones de dólares.  

¿Esto que describís pasa en otras ciudades del país?

El modelo de Rosario es muy sui generis . Es un modelo posneoliberal, por llamarlo de alguna forma. El neoliberalismo plantea una desregulación absoluta y que vengan los privados a hacer lo que quieran. Lo paradójico es que acá existió un acuerdo en el que el Estado estuvo siempre presente. El Estado aparece asociado con el privado. Interviene pero lo hace mal porque actúa a favor de los intereses de estos grupos. El modelo de Macri en Buenos Aires es más privatista, así y todo en el rubro inmobiliario tiene algunas medidas para regular situaciones leoninas. Acá eso ni siquiera pasa.