La cumbia suena golosa en la madrugada del 26 de mayo del 2013, pero Claudio ‘Pájaro’ Cantero, líder de la banda Los Monos, decide retirarse del boliche junto a dos laderos. Se cierra el portón negro a sus espaldas y la música de Infinity Night cede un poco. La disco se ubica sobre una colectora en Villa Gobernador Gálvez al límite con Rosario, a unas cuadras del territorio donde él es el capo, Barrio Las Flores, al menos hasta esa noche.

Se aleja unos metros para mear en un rincón y la escena se volverá irremediable: voltea despacio mientras se ajusta el cinturón, levanta la vista moviendo los rulos cuando una Ecosport hace marcha atrás y decide liquidarlo. Le destrozan el pómulo, la nariz y la zona inguinal de unos seis balazos. Se retuerce, hace pasos desvariados, escupe sangre y finalmente se desploma a unos veinte metros. Son las seis de la mañana. El Pájaro morirá camino al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, pero nada termina. Todo comenzó aquella madrugada.

Antes de las 24 horas, el dueño de Infinity Night, Diego Demarre, murió ejecutado. Las sospechas apuntan a Ramón Machuca, conocido como ‘Monchi Cantero’, hermano de crianza del Pájaro y a “Guille”, hermano de sangre del que ha muerto. Un día después, en plena avenida Francia, una masacre a la luz del día se cargó dos muertos más. Uno tras otro, día tras día. Una cacería en medio de la ciudad.

Los homicidios se acumulan como brasas en la investigación del equipo especial de fiscales bajo supervisión de Guillermo Camporini. Para él, es evidente una conexión con el crimen de Martín “Fantasma” Paz: su padre, Luis Paz, habría planeado el crimen de Cantero al entender que Los Monos asesinaron a su hijo.

La muerte del Pájaro se carga en el expediente 913/12 -iniciado con la muerte del Fantasma Paz- causa a cargo del juez Juan Carlos Vienna, que, con el correr de los meses y a base de asesinatos, se irá abultando sin respiro, se denominará “Megacausa Los Monos” y terminará en 2015 con un discutido juicio abreviado en beneficio de unos 18 procesados sobre un total de 36 personas.

La gente se mete rápido y a los gritos en la habitación donde velan al Pájaro. Es en la casa de su padre, Ariel Máximo “El Viejo” Cantero, en el corazón del humilde barrio Las Flores, donde los vecinos se juntan a ver desfilar los autos que pasan a darle el último adiós.

El Viejo desaparecerá después de eso, pasará al ostracismo y será detenido mientras maneja un carro tirado por caballos, alejado de las excentricidades y los lujos del imperio. Exactamente dos años después de aquel velorio, tuvo que sentarse por primera vez frente a un juez para dar declaración indagatoria