El 27 de enero de 2004, la ciudad amaneció con una noticia que todavía conmueve y enoja. Sandra Cabrera, la dirigente sindical de las trabajadoras sexuales, estaba muerta. Su cuerpo apareció en la puerta de una casa de Iriondo al 600, en una de las zonas de trabajo más importantes. Sandra tenía un tiro en la cabeza, los pantalones y la bombacha bajos, y en la escena del crimen había un envoltorio de preservativo Camaleón. Nadie, sin embargo, pensó que ese asesinato podría haber sido casual o tener como responsable a un cliente. Pasaron 20 años y no hay culpable, pero sí una certeza: a Sandra Cabrera la mató la policía. 

El crimen de Sandra Cabrera fue tal vez uno de los primeros con tintes mafiosos en la Rosario pos 2001. Los sindicatos y los movimientos sociales y piqueteros comenzaban a organizarse en una Argentina en reconstrucción y Sandra formaba parte de esos nuevos colectivos. Iba a asambleas, se sumó a la CTA, empezó a aprender de la rosca y la movilización. Y también a hacer ruido por los derechos laborales de su sector. 

Fue una topadora durante su corta militancia: consiguió planes sociales y bolsones de comida para sus compañeras, llevó la educación sexual a cada esquina de las zonas rojas, mezcló a las putas con los trabajadores de cada sector, y logró desmantelar a la cúpula de Moralidad Pública luego de denunciarlos por coimas, golpes y detenciones ilegales. Supo, además, mezclarse con la política y los medios de comunicación e instalar así el pedido de la derogación de los códigos contravensionales que penalizaban la prostitución. El periodismo y la política fueron aliados fundamentales incluso después de su muerte: no hay registros de una cobertura dudosa o malintencionada de su asesinato. Y la Cámara de Diputados de la provincia trabajó y se organizó de inmediato para acompañar, en lo posible, la investigación del crimen. 

Sandra fue asesinada unos días después de denunciar a un policía de la santafesina, ex moralidad pública, por extorsionar a trabajadoras sexuales. Había recibido amenazas y por eso le habían puesto una custodia en la puerta de su casa, que estuvo hasta cuatro días antes de su asesinato. La última vez que la vieron, en la madrugada del 27 de enero de 2004, Sandra se había ido con un policía federal de Drogas Peligrosas, que era su amante y con quien intercambiaban información. Diego Víctor Parvluczyk estuvo detenido algunos meses y luego sobreseído por faltas de pruebas. La causa fue quedando en el olvido de la Justicia y el crimen sigue impune. 

Sandra Cabrera era sanjuanina, tenía 33 años y era mamá de tres: dos hijos vivían en San Juan, una en Rosario. Macarena tenía nueve y estaba de viaje con los boyscout en Mendoza cuando mataron a su mamá. Las personas que la conocieron recuerdan a Sandra como una mujer grandota, de rulos negros azulados, seductora y prepotente, de carácter fuerte y solidario. Le gustaba el rock nacional, era devota de Gilda e iba a todos lados con una motito roja y su hija. Sandra tenía los pasajes listos para irse a la edición de Cosquín Rock de 2004. El colectivo salía a Córdoba el 27 de enero. 

Las putas te recuerdan

Este sábado habrá en Rosario dos actos para recordar y seguir pidiendo justicia por Sandra Cabrera. La agrupación “Compañeras de Sandra”, que tiene como principal referenta a su comadre Claudia Lucero, realizará un acto en la plaza San Martín a partir de las 18. Habrá bandas y artistas en vivo, entre ellos, Marcos Migoni, cantante de la banda local Farolitos y autor de la canción Milonga Cabrera.

Recordarán a Sandra Cabrera a 20 años de su asesinato
Del Instagram de farolitosrock

Desde Ammar Rosario, por su parte, convocan a un acto en la plazoleta que lleva su nombre ubicada en Córdoba 3650, en inmediaciones de la Terminal de Ómnibus. El acto será a partir de las 19 y la conducción estará a cargo de Lackiie Ray. El cierre será con show en vivo de Chocolate Remix. 

Recordarán a Sandra Cabrera a 20 años de su asesinato