En el marco del juicio contra Oscar Alberto Racco por haber tenido a su pareja reducida a la servidumbre durante 23 años en su casa de barrio Cura, se conoció un poco más sobre María Eugenia. La mujer pudo escapar de la pesadilla a la que fue sometida y dos años después recupera su vida junto a su familia en otra ciudad.

En dos semanas se conocerá el veredicto, y la fiscal de Género que lleva adelante la causa, Luciana Vallarella, pidió 18 años de prisión para el hombre por reducción a la servidumbre y abuso sexual con acceso carnal, en grado consumado y en calidad de autor. En diálogo con Ariel Bulsicco en Sí 98.9, precisó que desde que logró escapar “está sorprendentemente bien, ya no vive en Rosario, tiene asistencia psicológica y pudo reencontrarse con su familia, disfrutar de su hijo”.

La historia de resiliencia de María Eugenia es notable. En los dos años y meses que pasaron “terminó la secundaria (había sido captada a sus 18 años), y hasta tuvo formaciones para una salida laboral”, precisó la fiscal, y si bien “nadie le va a devolver estos años de criar a su hijo ni despedirse de su padre, el juicio es una reparación para ella”.

En el juicio que comenzó el pasado lunes ya declararon la víctima, todos sus familiares su madre, hermana, hijo, y algunos de los vecinos de Santiago al 3500. También declaró el imputado en varias ocasiones, y “contó otra situación, de que ella estaba en su casa porque quería, negando los años de maltrato psicológico y físico. El hombre decía que era ex combatiente de Malvinas, pero ella descubre que no era cierto”.

Sin embargo, Vallarella en sus pesquisas pudo determinar que “en los primeros tiempos María Eugenia estuvo encadenada a la cama viviendo una violencia extrema, después ya la desató porque estaba doblegada. La amenazaba con hacerle daño al hijo de ella, y lo vigilaba por lo que le fue contando lo que el hijo hacía, a qué escuela iba, y con eso la manipulaba psicológica, y si ella no respondía se desencadenaba la violencia física”.

Los años de la violencia

La fiscal Vallarella aseguró que “la familia estuvo durante este tiempo tratando de sacar a la mujer de esa casa. No llegaban a comprender bien lo que pasaba, desconocían que la violentaba tan extremamente. Intentaron tramitar una internación compulsiva como si estuviera loca, para que saliera de la casa y no lo lograron, porque recordemos que no había perspectiva de género en la Justicia hasta hace pocos años, así que no conseguían sacarla”.

Él trabajaba en la misma casa que tenía un taller ahí. Cuando el hombre salía de la casa, se llevaba las llaves y la dejaba encerrada. Los vecinos la conocían como Lucía, y los veían como una pareja muy ermitaña.

Si bien la fiscal aseguró que varias veces pensó cómo escapar, a la vez “creía que no tenía salida, porque nadie la iba a poder ayudar. Y cuando salió estaba desconfiada, no contaba todo al principio, fue de a poco”.

Cuando escapó el 8 de mayo de 2019 y radicó la denuncia, a los pocos días fue detenido y quedó en prisión efectiva desde entonces.

“Ella venia pensando cuando podría escaparse, y cuando él fue al baño que estaba descompuesto, recogió rápido lo poco que tenía: su DNI, una carta de su padre, fotos de su hijo, plata, y dos celulares viejos, y logró ir a una estación de servicios donde llamó a su familia que no vive en Rosario. Después su hermana vino a acompañarla en Rosario, primero consultó en el Centro de Asistencia Judicial, luego en el Teléfono Verde. Ingresó en un centro de protección y ahí realizó la denuncia a los 9 días y ahí tomamos intervención”, finalizó la fiscal sobre el final de una historia de 23 años de vida de esclava de la mujer en pleno barrio rosarino.

Escuchá la entrevista a la fiscal Vallarella:

#NadieEsPerfecto - Luciana Vallarella by Sí 989