El papa Francisco repasó este domingo en su mensaje de Pascua los numerosos episodios de odio y muerte de nuestros días, expresó su cercanía a las víctimas del terrorismo en todo el mundo y pidió acoger a los refugiados.

Así el Sumo Pontífice inició du mensaje desde el balcón de la Basílica de San Pedro expresando que "ante las agujeros espirituales y morales de la humanidad, ante al vacío que se crea en el corazón y que provoca odio y muerte, solamente una infinita misericordia puede darnos la salvación".


Además se refirió a los recientes atentados en Bélgica, pero también en Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil, como "esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo".  

No faltó una referencia a otro de los dramas actuales, el de la inmigración y lamentó que muchos inmigrantes y refugiados encuentren "muy a menudo en su camino la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda". "Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados -incluyendo muchos niños- que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social", recordó el pontífice.

Expresó su deseo de que la próxima Cumbre Mundial Humanitaria, a desarrollarse el próximo 26 y 27 de mayo en Turquía, “se ponga en el centro al ser humano, con su dignidad, para desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos".

Encomendó al "poder del Señor resucitado" las conversaciones en curso, "para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos".

Y que se "fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras".

"Que este mensaje consolador de Jesús nos ayude a todos nosotros a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos", concluyó. Finalmente terminó los ritos de la Semana Santa con la bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad de Roma y al mundo) a todos los fieles y deseándoles una "Buena Pascua".

(EFE)