“Ni bien escuché la explosión, miré a mi marido y le dije ‘Explotó Apolo’”. Sandra trabaja en la vecinal. Y, como tantos habitantes de la zona de Alem al 2900 donde este lunes por la madrugada se registró el estallido en el laboratorio que elabora suero fisiológico y dextrosa (solución inyectable), aseguró que no fue una sorpresa lo que ocurrió en las primeras horas del día.   

Las anécdotas de terror sobre lo que pasó se acumulan en los diálogos que se pueden escuchar en las inmediaciones de lo que alguna vez fue el laboratorio, donde hoy quedan algunas partes en pie y otras desperdigadas por la zona: a la terraza de una casa de dos plantas ubicada a 50 metros llegó volando una chapa. 

“Me desperté y no entendía nada. Se me cayó la mitad de la casa encima”, se angustiaba una joven, dueña de una casa lindera al pasillo del Laboratorio por calle Drumont. Todos se levantaron  por la explosión, incluso vecinos que estaban a dos cuadras. 

“Sabíamos que podía pasar esto”, afirmó otro vecino, con tono de resignación. “No puede haber dos calderas de ese tamaño en mitad de manzana de un barrio”, se indignó. “Hace años y años que hacemos denuncias. Tengo una pila de expedientes”, se sumó otro vecino.

También denunciaban la falta de paredes de contención del laboratorio, ya que solo existían medianeras como si se tratara de cualquier otro hogar del barrio.“Las 24 horas están prendidas las calderas, tenemos ruido todo el día”, se quejaban en el barrio. La queja era insistente: “Siempre trajo problemas al barrio el laboratorio”.