El año pasado, Víctor Fernández disfrutaba de una tarde primaveral en la casa de su padre, ubicada en calle Del Valle Ibarlucea al 400, lindera a la planta potabilizadora, en pleno corazón de Arroyito, cuando escuchó una frase que llamó su atención. “Otra vez hay neblina”, dijo su papá, un jubilado con más de 50 años en el barrio. Se levantó de la silla, salió a la calle y descubrió lo que imaginaba: lo que reposaba en el aire eran sustancias químicas provenientes del histórico predio de Aguas Santafesinas.

Fernández, ingeniero industrial con un posgrado en gestión ambiental, no se quedó de brazos cruzado. Decidió por su cuenta retomar la denuncia que un grupo de vecinos hizo en 2013 por este mismo problema. En aquella oportunidad, se solicitó una reunión con las autoridades de Assa para conocer la postura de la empresa ante esta irregularidad. Jamás obtuvieron una respuesta.

Los vecinos describen que conviven con “elementos químicos en suspensión” que afectan su calidad de vida. Se trata de “una nube de sulfato de aluminio y cal”, dos elementos utilizados en el proceso de purificación del agua. “Además del daño ambiental, estos gases afectan a la calidad de vida de la gente. Son altamentes tóxicos, una vez liberado afectan al sistema respiratorio”, le explica Fernández a Rosarioplus.com.

Las pruebas fotográficas son contundentes en cuanto a la contaminación ambiental que sufre el barrio. Muchos residuos de cal van a parar a los drenajes pluviales, en particular al ubicado en la intersección de las calles Juan José Paso y Pedro Tuella. 

Fernández detalla que se necesita una “obra de confinamiento” para contener esta pérdida de gases. Elevó la queja  al Ente Regulador de Servicios Sanitarios (ENRESS) y al Ministerio de Medio Ambiente, pero los expedientes nunca avanzaron. Volvió a peticionar una reunión con las autoridades de Assa. La respuesta llegó una vez que el tema tomó estado público, luego de varias publicaciones periodísticas.

El jueves será recibido junto a otros vecinos. El gerente de Relaciones Institucionales de la empresa, Guillermo Lanfranco, les adelantó que en los próximos meses licitarán obras para disminuir los problemas que genera la liberación de estos químicos. “Ahora nos prometen esto. ¿Y desde el 2013 hasta la fecha, qué?”, se pregunta Fernández.

Los concejales Eduardo Toniolli y Osvaldo Miatello ya se hicieron eco de la denuncia. El primero se acercó al barrio para conocer en detalle la denuncia en boca de los vecinos. El segundo prometió tratar el tema en la comisión de Ecología y Medio Ambiente. 

A esta altura, el temor de los vecinos excede a la pérdida de estas sustancias. El lógico deterioro de la planta --construida en el siglo XIX-- puede desencadenar en un problema más grave, por ejemplo “una fuga de gas cloro que puede ser letal”.

“Hay un galpón con garrafones de 1500 litros de gas cloro. No sabemos en qué condiciones están. La planta es muy vieja y queda claro que algo no está bien. No hay plan de evacuación ni protocolos a seguir ante una emergencia”, denuncia Fernández.