Ni bien abrió la puerta para ir al colegio, un hombre con la cara totalmente cubierta  y un fusil enorme lo metió a los apurones hacia el interior de su casa, mientras un mar de gente invadía frenéticamente el lugar. Era una comitiva de las Tropas de Operaciones Especiales de la policía que buscaba a su padre, Jorge Oneto, el agente bursátil acusado por la Justicia de ser parte de una megaestafa inmobiliaria. Esa mañana del 12 de octubre la Fiscalía de Delitos Complejos de Santa Fe daba el primer paso procesal con una veintena de allanamientos en domicilios y oficinas de la city rosarina, que tomarían impacto público y mediático en pocas horas.  

Casi 60 días después, en los últimos dos minutos de las más de 14 horas que duró la audiencia de la Cámara de Apelaciones, el juez Daniel Acosta le cedió la palabra a Oneto y éste supo que debía sintetizar en una imagen su inocencia. Y construyó, sin dudar, aquella: “Quiero expresar mi peregrinaje durante nueve meses para saber qué pasaba con esa propiedad (campo de Villa Amelia) y nunca obtuve respuesta. ¿Cuál fue la respuesta? Que el día anterior a tener la audiencia imputativa solicitada por mi letrado, sufro un allanamiento del cual mi hijo de diez años abre la puerta porque ya era hora de ir al colegio y se encuentra con un señor con pasamontañas y una escopeta apuntándole, y empujándolo para entrar a nuestra casa”.

Oneto tiene 70 años pero no aparenta esa edad. Ni por su aspecto físico, ni por la vida social que lleva adelante. Es enérgico, habituado a frecuentar la noche, vestir a la moda, y rodearse de amigos jóvenes. Disfruta de su alto nivel social, según comentan allegados. 

Y esta figura, quizás, pudo haberle jugado en contra respecto del impacto y mediatización que tomó la causa. “La Fiscalía no tenía causas fuertes de criminalidad de cuello blanco, aquella que persigue a una persona de inserción social, de clase alta, y que el delito que comete no tiene visibilidad social. Y desde el punto de vista de la espectacularidad, esa figura cerraba con un personaje como Oneto y otros”, explica a Rosarioplus.com, Oscar Romera, uno de los abogados del empresario.

Al finalizar su breve intervención, Oneto, ante la mirada de una sala llena y cansada por la extensión de la jornada, afirmó:  “Estoy preso por haber comprado una propiedad de buena fe. Yo estoy arraigado en la ciudad, trabajo, y no represento ningún peligro para nadie. Tengo dos sociedades de bolsa y con eso es más que suficiente para darle el ejemplo a mis hijos y estar bien con la gente que me rodea”.

El juez liberó el compromiso y dio por finalizada la audiencia. Vale aclarar que el espacio cedido a Oneto es no vinculante. Finalmente, otorgó la prisión domiciliaria y lo quitó de la acusación de asociación ilícita, quedando bajo la acusación del delito de lavado de activos simple y falsedad ideológica. Días después, la primera instancia resolvió dejarlo en libertad.