Cada 7 de agosto se renueva la fe en San Cayetano. O, al menos, eso venía ocurriendo en los últimos años cuando llegaba la jornada dedicada al santo del trabajo. Este lunes, sin embargo, la tradicional iglesia de Buenos Aires al 2100 no se encontraba en sus primeras horas tan atosigada de gente. Sí, había algunos fieles y se esperaba que para la tarde (con la cita de misa y procesión) la gente se multiplicara. Pero las expectativas eran bajas. Un número lo confirma: de los 140 puestos habilitados para la venta callejera se instalaron finalmente solo 80. Y para colmo, la lluvia no permitió que la misa al aire libre concluyera. 

"¿Hay acaso más trabajo que hay menos gente?", quiso saber Rosarioplus.com. "Ya no hay fe", fue la triste respuesta tajante de un vendedor ubicado en Buenos Aires y Riobamba. Agregó: "Hace ocho años que vengo. Hoy se vende poco".

"Hay resignación", planteó un ateo que pasaba caminando. La acumulación de pasacalles agradeciendo a San Cayetano y otros santos parecían contradecirlos. Pero el resto de los vendedores se alineaba con el deprimente diagnóstico. "Viene tranquilo, muy tranquilo", se preocupaba una mujer que tenía un puesto de artesanías por calle Cerrito. "No le vendí nada a nadie", aseguraba un joven con llamadores de ágeles en la mano. A su lado, una chica con puestito esquinero confirmaba que tampoco había tenido suerte.

Al de las espigas, que había venido de San Justo, tampoco le iba bien pero tenía fe. "San Cayetano nunca me falla, le pido comida, trabajo, salud. Siempre responde", contó. Otra vendedora, también positiva, aseguraba que incluso la amenaza de lluvia podía beneficiar. "Un San Cayetano que llovió mucho vendimos todo", recordaba. Y agradecía. Más prácticos, a su lado varios vendedores intentaban tener a mano algún plástico para tapar su mercadería cuando cayera el agua.