“La entidad que nos da una mano bárbara es el Banco de Alimentos de Rosario. No sé qué haríamos sin ellos”, repite Angélica durante la visita de Rosarioplus.com al comedor comunitario San Cayetano de barrio Ludueña. La coordinadora del lugar habla de una situación asfixiante. De una demanda que crece (hay más familias esperando por un plato de comida) y de un presupuesto que cada mes alcanza menos.  “Menos mal que está esta organización, tienen que contar lo que hacen, llevan adelante un trabajo fabuloso”, insiste en otro tramo de la conversación.

Ahora bien, ¿qué es el Banco de Alimentos de Rosario? Es una asociación civil creada en 2011 que, con el aporte de voluntarios y entidades privadas, recupera alimentos que por algún motivo no pueden ser comercializados (falla en los paquetes, partidas defectuosas, etc), pero sí son aptos para el consumo.

Los “desperdicios” del mercado son reclasificados y entregados a entidades benéficas, en su mayoría comedores ubicados en la periferia de la ciudad. En la actualidad, hay 150 establecimientos que reciben esta ayuda, lo que se traduce en 29 mil beneficiarios directos, según la información publicada en la web de la organización. En cinco años, lograron distribuir 1.929.381 kilos de alimentos.

“Intentamos capturar comida que se va a tirar y la hacemos llegar a los que más la necesitan, a los comedores sociales. Se estima que el 40% de los alimentos que se producen en todo el mundo terminan en la basura. Es una bestialidad”, explica Nadia Nazer, secretaria del Banco de Alimentos de Rosario.

Y agrega: “Por ejemplo, semanas atrás, empresas de golosinas nos donaron todos los huevos de pascuas que no vendieron. Estamos hablando de un producto que no puede aguantar hasta las próximas pascuas”.

En Argentina hay un total de 17 bancos de alimentos que, por año, reparten cerca de 8 mil toneladas de comida. La punta del ovillo del proyecto pasa por poder interceptar aquellos alimentos que van a ir a parar a la basura, ya sea mediante convenio con empresas (donaciones) o a través de la recolección en el mismo mercado.

Los miércoles y viernes, un grupo de colaboradores se acerca al Mercado de Productores (27 de Febrero y Constitución) para hacerse de aquellas frutas y verduras que no ingresan en la cadena de comercialización. En las primeras semanas de abril se recuperaron 461 kilos.  

Para poder recibir estos alimentos, los comedores tienen que figurar en algún registro estatal de subsidios. La entrega tiene un “precio simbólico”, según apunta Nazer. “La idea es no fomentar la dádiva”, explica. Se paga 2,50 pesos por cada kilo de alimento seco (fideos, arroz, etc.) y 5 pesos por cada kilo de alimentos frescos (manteca, yogurt, etc.).  

“Lo central acá es que sin los bancos de alimentos toda esta comida terminaría en la basura. Estamos hablando de una problemática mundial. Nosotros aportamos nuestro granito de arena acá en Rosario”, concluye Nazer.

El BAR cuenta con dos depósitos, uno en Felipe Moré al 800 y otro en Carriego y Catamarca. Trabajan 12 empleados y reune a 750 voluntarios. La comisión directiva está integrada por empresarios de la ciudad.

Alimentos que se desechan por “motivos estéticos”

Un estudio realizado el año pasado por consultores del Banco Mundial y académicos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) detectó que el 45% de los desperdicios de supermercados locales son frutas y verduras desechadas por “motivos estéticos”.

Otro dato que arrojó la investigación es que el 40% de los desperdicios en los restaurantes y bares son alimentos, un porcentaje que duplica a los desechos domiciliarios. La muestra abarcó a 160 comercios, industrias y empresas de servicios como restaurantes, bares, hoteles, los dos mercados centrales, supermercados y mayoristas de alimentos y bebidas de Rosario.

Las cadenas mayoristas de la ciudad generan por día 5,1 metros cúbicos de residuos, de los cuales 1,4 son alimentos. Los datos globales indican que anualmente se desperdicia un 30 por ciento de comida. La lista es encabezada por las frutas y verduras (45%), cereales y carnes un 30% y lácteos un 20%.

La Municipalidad tomó los resultados del informe para poder profundizar las políticas públicas tendientes a minimizar la cantidad de material que se envía a relleno sanitario, como son el “Canje saludable”, el programa “Separe”, la recepción de residuos informáticos en desuso o la recolección de aceite vegetal usado.