El presidente Mauricio Macri ya tiene una agenda para después de las elecciones: los gobernadores peronistas le marcaron la cancha esta semana con una foto significativa, para avisarle que ya no tolerarán giros extraordinarios de partidas sólo para la provincia de Buenos y Aires; y además le recordaron que en cada una de sus provincias tienen buenas chances electorales para estos comicios.

Eso sí, en la foto no estaban ni Alicia Kirchner como gobernadora de Santa Cruz, ni Alberto Rodríguez Saá como gobernador de San Luis. Es decir, no estaba el kirchnerismo. El grupo de gobernadores peronistas reunidos también estaba diciendo que, seguramente, de ese nutrido grupo saldrá quizás el futuro candidato a presidente de un peronismo post kirchnerista. Eso sí, la foto puede quedar un poco desactualizada si la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner obtiene un resultado electoral contundente en agosto y octubre en la provincia de Buenos Aires.

El gobierno de Macri depende mucho más de lo que cree de estas elecciones de medio término. Primero porque no tiene resultados económicos para mostrar, segundo porque ha consumido casi todo el
crédito político que supo amasar desde la asunción en diciembre de 2015. En aquella oportunidad el gobierno nacional detectó rápidamente los principales focos de conflictos y los arregló. Con plata. Así, le
devolvió miles de millones de las obras sociales a la CGT y la sumió en una profunda parálisis. Distribuyó otros millones entre las distintas organizaciones sociales para evitar el conflicto callejero y
repartió también entre los siempre necesitados gobernadores provinciales. El problema que tienen los asuntos que se arreglan con dinero es que reaparecen las disputas cuando se termina el dinero. Y eso es lo que está pasando.

Además, quien crea que Cambiemos no sufre el desgaste, la desvalorización política, el encono y la impaciencia que acosan a otros frentes y coaliciones políticas; se equivoca. Algunos creen en
serio que el fin de ciclo sólo es aplicable al kirchnerismo, que a ellos nunca les va a tocar y que siempre van a contar con el favor de los votantes.

Enfrente de Macri está el peronismo. Nunca hay que olvidar eso. El descrédito por haber perdido las elecciones va cediendo a fuerza de tarifazos, desocupación y encarecimiento de la vida cotidiana. Un día, no muy lejano vamos a recordar con una sonrisa cómo nos entreteníamos con los problemas de Venezuela en los horarios centrales de los noticieros, mientras la vida de los argentinos se jugaba detrás de esas pantallas.