“En 40 años nunca vi algo así. Siempre nos inundamos, pero nunca entró tanta agua”, decía la semana pasada una vecina mientras reforzaba la improvisada barricada de bolsas que días atrás había colocado en la puerta de su casa en el desesperado afán de frenar el avance de una nueva “marea”. Cien metros más adelante, la máxima autoridad del pueblo caminaba con el pantalón arremangado por calles que durante largas horas se convirtieron en ríos. “Otra vez, otra vez”, se lamentaba sin consuelo

El agua finalmente bajó. Hoy quedan pocos evacuados. Sin embargo, el miedo a vivir mojados aún persiste. La angustia no sorprende: quienes habitan ese minúsculo rincón de la provincia son expertos en sobreponerse a las inundaciones.

En María Susana no hay robos ni ola de inseguridad. Pero sus 4000 habitantes nunca duermen tranquilos. El agua es sinónimo de alarma. Basta que llueva con intensidad para que todo el pueblo quede flotando. Pasó la semana pasada. También hace seis meses, a mediados de agosto, cuando otro temporal azotó a toda la región. “Nos habremos inundados diez veces en los últimos 20 años. La pesadilla siempre se repite. Es muy difícil vivir así”, admite Norberto Antici, un histórico dirigente del pueblo (22 años en la función pública), quien desde 2011 está al frente de la comuna.  

Antici le explica a Rosarioplus.com que “la situación mejoró” y que solamente el 10% del pueblo está hoy “bajo agua”. Ahora, aclara, toca afrontar “el después”. Hay que lidiar con la tristeza de los vecinos, las pérdidas económicas y la fobia colectiva ante nuevas lluvias. “Esta inundación fue la peor que yo recuerdo. Ojalá que el clima nos de algo de paz. No tenemos fuerza para otra embestida del agua”, señala. 

Topográficamente, esta localidad del Departamento San Martín (limita con la provincia de Córdoba) es una especie de “gran plato”. Está ubicado en la parte más baja de la llanura, una característica geográfica “letal” en materia de inundaciones. La situación se agravó en los últimos años ante la expansión de un modelo agrario que atenta contra la absorción de los campos. 

“Los caminos de tierras se convirtieron en canales por lo que cada vez el agua baja más rápido y con más intensidad. Los campos absorben cada vez menos. El tema viene por la soja. El monocultivo mejoró la situación económica de la región pero complicó muchísimo el tema del escurrimiento. Cada vez estamos más complicado porque cada vez se siembra más soja”, explica Antici.

La desidia política tampoco ayuda. María Susana espera desde hace más de 30 años una obra salvadora. El proyecto está, pero las excavadoras nunca llegaron. “Tenemos un canal precario. Por eso estamos pidiendo a los gritos el canal María Susana. El gobernador me dijo que quiere que la obra se haga ya mismo. Esa fue su promesa. Sería nuestra salvación”, asegura el presidente comunal.

Por lo pronto, Antici no le quita los ojos a la página oficial del Servicio Meteorológico. “Cada vez que viene una tormenta es un suplicio. Ahora se está yendo el agua, pero si viene otra lluvia la situación sería crítica. Perturba estar siempre así”, maldice.

Su impotencia, al cabo, es compartida. En María Susana todos le tienen pánico al agua.