Lucas Sparvieri se había despertado hacía un rato en su habitación del hotel Sheraton de Bruselas, lindante al aeropuerto internacional Zaventemde la capital belga. El argentino, de 38 años, estaba a punto de desayunar cuando sintió la primera explosión. El terror comenzaba a apoderarse, una vez más, de Europa.

Sparvieri quedó retenido por la policía belga en el hotel junto a varias decenas de viajeros y huéspedes, y su esposa, María José Vilar, contó este martes con angustia que el argentino estaba “bien pero en shock” y en una situación “de abandono” e incertidumbre mientras la policía asistía e interrogaba a los llevados allí tras los ataques.

Sparvieri, que reside desde hace un año en Alemania con sus dos hijos, permaneció todo el día en el hotel casi sin acceso a la comida y sin contar con información en torno al protocolo de seguridad activado y en cuanto a su situación particular.

"Al oír la explosión un tipo se le tiró encima y lo metió en el ascensor para llevarlo a su habitación. En medio de la confusión empezaron a llegar heridos al hotel, gente que se resguardaba en su interior y otros que la policía ubicaba en nuevas habitaciones mientras la mayoría del personal del hotel huía y dejaba el lugar sin personal", confió Vilar en comunicación telefónica con la agencia Télam desde Alemania.

"Desde su habitación pudo ver a gente corriendo por los techos del aeropuerto, decenas de heridos en el suelo, muchos corriendo en estado de shock y otras escenas de pánico", afirmó la mujer de Sparvieri, quien denunció una situación de "abandono" pese a que "lo tratan bien pero nadie da la cara", se quejó.

"Hay mucha gente y la situación no es buena. El Consulado argentino no está haciendo mucho al respecto, no informan si el miércoles podrá salir de ahí", relató y agregó que como todas las personas que se encontraban en el aeropuerto en el momento del atentado "a todos se los considera potenciales sospechosos" por lo que "están viviendo una situación malísima y angustiante", añadió Vilar.