Una de las formas en las que se puede analizar los procesos económicos es a través del seguimiento de las transferencias económicas, o lo que es lo mismo, a través del análisis de ganadores y perdedores. La mayoría de los cambios económicos (el aumento de un precio, la modificación de una ley, una devaluación) implica una transferencia de recursos desde unos actores económicos (los que pierden) hacia otros (los que ganan). En el mediano y largo plazo, a su vez, esta transferencia de recursos implicará una transformación de la economía que podrá ser beneficiosa o perjudicial para uno ó muchos de esos actores y para la economía misma.

El ejemplo típico es un aumento de sueldos. En el corto plazo se produce una transferencia desde los empleadores (perdedores) hacia los trabajadores (ganadores). Pero en el mediano plazo, mayores sueldos generan mayor capacidad de consumo y se produce un crecimiento en las ventas de los empleadores que implicará mayores niveles de inversión y una recomposición de los niveles de ganancias. En este caso estaríamos ante lo que podríamos llamar “transferencia expansiva”. Se produce una transferencia de recursos desde un actor hacia otro pero la dinámica económica conduce a un crecimiento de los recursos totales. A la larga, ganan ambos.

La economía es en realidad mucho más compleja y no sólo hay trabajadores y empleadores genéricos, sino que hay muchísimos actores con intereses muy diversos. Hay quienes ganan con el mercado interno, hay quienes ganan si crece el dólar, hay quienes ganan si se abren las importaciones, y un sinfín de etcéteras.

Desde la asunción de Macri muchas cosas han cambiado en la economía, y por lo tanto, muchas transferencias se han producido. Conocidas y repetidas por sectores de la oposición se han mencionado las transferencias realizadas en perjuicio del conjunto de los argentinos hacia las exportadoras agrícolas y mineras (por la disminución y/o eliminación de los impuestos a la exportación) o hacia las eléctricas (por una millonaria condonación de deuda). En ambos casos, los ingresos públicos se vieron disminuidos en beneficio de las ganancias de estas empresas.

Hilando un poco más fino en la dinámica económica, hemos detectado un conjunto de transferencias muy importantes que han tenido lugar en estos últimos dos años:

Desde los ahorristas hacia los bancos

La desregulación de las tasas de interés y de las comisiones bancarias permitió que los bancos paguen tasas de interés a depositantes por debajo del nivel de inflación. El spread bancario (la diferencia efectiva entre las tasas que cobra y las que paga un banco incluyendo comisiones) creció de 2,5 en 2015 a 3,1 en 2017. Esto significa que en 2017, por cada 10 pesos que un banco pagó a los ahorristas, ganó 31 pesos por los intereses que pagan los tomadores de préstamos y por las comisiones que pagan estos y aquellos. Por este cambio de tasas, los ahorristas perdieron 15.670 millones de pesos en 2017.

Desde los hogares hacia las empresas energéticas

Los tarifazos impactaron fuerte en la estructura de gasto de los hogares y pasaron a representar un porcentaje cada vez mayor del mismo. Sólo el aumento del gas implicó una transferencia desde los hogares hacia las compañías del sector de 21.000 millones de pesos desde el aumento de octubre de 2016 hasta diciembre de 2017. Como contrapartida, las empresas energéticas encabezan el ranking de las empresas que más ganaron en estos últimos tiempos.

Desde los trabajadores hacia los empleadores

La inflación ha carcomido el ingreso de los trabajadores en estos últimos dos años. Los salarios crecieron por debajo de los precios y cada trabajador del sector privado registrado perdió, en promedio, cerca de 40.000 pesos en estos dos años. El total de trabajadores en esta situación asciende a 6,2 millones de personas, es decir, que estamos hablando de una pérdida total de 250.000 millones de pesos para los trabajadores, sólo teniendo en cuenta estos empleados que representan bastante menos que la mitad de la fuerza laboral argentina.

Desde los jubilados hacia los especuladores financieros

Los cambios en el cálculo de la movilidad jubilatoria tienen como objetivo reducir el gasto público. El gobierno se fijó como meta reducir el gasto corriente para poder atender la demanda creciente de pago de intereses originados en su política de endeudamiento masivo. Los intereses de deuda pasaron, en tan solo dos años, de representar el 5% del gasto presupuestario a superar el 11%. La reforma por aprobar implicará la transferencia, en definitiva de 100 mil millones de pesos desde los jubilados hacia los especuladores financieros que circulan por la economía montados en la bicicleta financiera, que son los que usufructúan los dólares ingresados.

Según el gobierno de Cambiemos estas transferencias son necesarias por la salud de la economía nacional y se trataría del tipo de “transferencias expansivas”: ahora alguien pierde, pero la economía crece y a larga, todos ganan. No obstante, no existe evidencia empírica alguna de que una economía pueda crecer cuando las transferencias afectan la capacidad de consumo de la gran mayoría de los habitantes y sólo benefician a sectores concentrados de la economía con una fuerte tradición de fugar sus ganancias al exterior. En los hechos, la inversión se desplomó y los dólares que salen son más que los que entran con fines productivos.