Los aumentos de precios que se vienen sufriendo de un año a esta parte obligan al consumidor argentino a modificar uno de sus hábitos favoritos: el consumo de carne. Sin embargo, según los datos que maneja la Asociación de Carniceros de Rosario (ACR), la retracción en este consumo no responde simplemente a una baja en el poder adquisitivo de las personas sino que tiene raíces más profundas.

"En los últimos diez años hubo una disminución en el consumo de carne vacuna, que ha migrado a otras carnes como la de cerdo y de pollo", detalló a Rosarioplus.com José García, titular de ACR.

"Según nuestros números, en estos últimos 10 años el precio de la carne vacuna aumentó un 550 por ciento, algo que sin duda impactó en el consumo pero que no puede leerse como la única causa. Hubo cambios en la dieta", agregó. En este sentido expuso el aumento en el consumo de pollo, al que calificó como "la verdadera alternativa" que ha adoptado el mercado interno en estos últimos años. "También el cerdo ha pasado de un promedio de 3 kilos anuales por habitante, a 17 kilos. Son datos que marcan una variación en la alimentación de los argentinos", aseguró. 

Sin embargo la compra de carne vacuna sigue siendo alta en el país y se mantiene líder en el consumo interno: "Estamos en unos 55 kilos anuales por habitante, cuando hace diez años ese promedio era superior a 60 kilos. El argentino siempre come carne, con crisis o sin crisis. De hecho los cortes que más salen no son los más económicos".

De este modo García se tomó su tiempo para enumerar aquellas piezas predilectas por la mesa de los argentinos entre los que, obviamente, se encuentra el asado. "En mayor o en menor medida siempre sale. Como el peceto, el lomo y el cuadril. Son cortes con poco desperdicio y sabrosos, por lo que siempre conviene y la gente lo compra", aseguró. 

"En los barrios salen cortes más económicos como la palomita, el puchero, el roastbeef. Pero carne siempre se come, un poco menos que antes, pero sigue siendo la base de la dieta argentina", concluyó.