Esta semana se disparó la alerta médica en Madrid por un juego que en la capital española los adolescentes que lo practican le llaman el 'muelle' o ruleta sexual, y que ya llevó a varios jóvenes a las guardias médicas, y también a las farmacias. Es que el entretenimiento produce lesiones, contagio de enfermedades venéreas y embarazos no deseados.

Consiste en un grupo de hombres -en general, lo hacen jóvenes- sentados en ronda. Mientras estos se masturban tratando de sostener la erección, un grupo de mujeres desnudas se sientan sobre cada uno de los varones, forzando la penetración y rotando de compañero cada 30 segundos. El hombre que eyacula primero pierde el juego, según la explicación brindada por autoridades médicas, según ha publicado el diario El Mundo.

Si bien el juego no ha llegado al nivel de una nueva moda sexual entre los jóvenes madrileños, sí es cierto que es una práctica que se hace cada vez con más frecuencia. De hecho, los médicos advierten que por esta y otras prácticas están aumentando los embarazos indeseados, las enfermedades de transmisión sexual y los desgarros vaginales en el caso de las chicas, de acuerdo con el incremento de las consultas que perciben en las guardias hospitalarias.

En los hospitales de la capital española, los médicos hablan de cuatro menores embarazadas en 2016 por esta práctica y aseguran que cada vez encuentran más casos de adolescentes con enfermedades de transmisión sexual. "Eso lo hemos constatado y es alarmante en la unidad de adolescentes. Hemos pasado de atender dos o tres casos al año a tener 10 menores en un trimestre. Una barbaridad", dijo Pilar Lafuente, ginecóloga del Hospital La Paz, quien asegura que los menores quieren ser adultos demasiado pronto, sin saber lo que implica una relación sexual y sin un control paternal.

Por su parte, la psicóloga y sexóloga Ana Lombardía asegura que «el problema es que se unen inconsciencia e inmadurez. Con una buena educación sexual de base esto no sucede».

«Los adolescentes están empezando a normalizar este tipo de prácticas y crean una relación de desigualdad entre los niños y las niñas. Son ellas las que se suben encima, van girando. Ellos controlan la eyaculación, en ningún momento se piensa en el placer. Se lo toman como algo divertido, otro juego más, una práctica de poder. Las chicas se prestan a ello porque quieren demostrar estar más liberadas sexualmente. Y los chicos compiten entre ellos para ver quién es el más macho, el que más aguanta», explicó la especialista.

Además, Lombardía añadió que esto, lejos de fomentar una sexualidad divertida y liberada, da "un mal aprendizaje que en ellos puede derivar en problemas de erección y de control de la eyaculación, mientras que en ellas el ser penetradas sin estar excitadas les produce una contracción involuntaria de la vagina que, al forzar la penetración puede derivar en desgarros y heridas".