El cura párroco de la localidad entrerriana de Lucas González, Juan Diego Escobar Gaviria, sobre el que pesaba una orden de captura nacional e internacional por el presunto delito de abusos cometidos contra menores, se entregó voluntariamente el martes por la noche, según confirmaron sus abogados defensores. El religioso, que supo cobrar fama de realizar sanaciones, se había ausentado del lugar donde ejerce su tarea pastoral y se desconocía su paradero. Finalmente trascendió que se había refugiado en un retiro espiritual en Rosario, según sus letrados.

El párroco se entregó por su voluntad en la ciudad de Nogoyá, a 100 kilómetros de Rosario, y permanece alojado en la Jefatura Departamental de Policía a la espera de ser indagado por el juez de Garantías y de Transición de esa ciudad, Gustavo Acosta, quien ayer había dictado una orden de detención nacional e internacional.

El párroco está acusado de abusos a menores y para tomar la decisión el juez se basó en el testimonio en Cámara Gesell de la primera de las víctimas.  Horas antes de que el religioso se entregará a la policía, la Justicia ordenó la realización de un allanamientos en la casa parroquial de Lucas González, de donde se secuestraron dos computadoras que serán incorporadas a la causa.

Se estima que otras tres víctimas se presentarán a declarar en las próximas horas en la causa, que se inició el viernes pasado cuando dos monjas denunciaron al cura ante el defensor oficial de la justicia de Nogoyá, Oscar Eduardo Rossi. Según las fuentes, las víctimas del cura tienen entre 11 y 12 años y eran encerradas por éste en dependencias de la iglesia para cometer los abusos.

Escobar Gaviria, de origen colombiano, se ausentó de Nogoyá en la madrugada del sábado pasado, tras la iniciación de una investigación diocesana ordenada por el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari.

Fue el único sacerdote que defendió públicamente al cura Marcelino Moya, también acusado de abusos a menores en la parroquia de Villaguay, en el centro geográfico entrerriano. También alojó a la madre superiora del convento de Nogoyá, Luisa Toledo, tras la decisión judicial de ser retirada del cargo de conducción que tenía en el convento de carmelitas descalzas por denuncias de torturas contra las monjas a su cargo.