El director de la Casa Educativa Terapéutica (CET) del Sedronar, Ignacio Canabal, consideró que la iniciativa de establecer controles de narcolemia en conductores sobre las calles de la ciudad resulta estigmatizante para con los usuarios de drogas ilegales, y que en muchos casos “las legales, como el alcohol y ciertos fármacos, son más peligrosas al volante”.

El control de narcolemia que empezaría a realizarse en un par de meses en las calles rosarinas apunta a detectar siete sustancias, dos de las cuales son de venta ilegal (cocaína y marihuana). Y según adelantó el secretario municipal de Control y Convivencia, Gustavo Zignago, “se contemplará al conductor que arroje resultado positivo pero que cuente con la debida indicación médica”.

Canabal, quien escribió el libro ‘La Historia de la Marihuana’, evaluó como positivo el avance de la ordenanza de narcolemia, pero estimó que “el consumo de drogas legitimadas por la sociedad debería ser sancionado, ya que estas se usan mucho sin recetas médicas y sus consecuencias en el tránsito pueden ser peores aún”.

En diálogo con Rosarioplus.com, el psicólogo apuntó que la droga al volante que más muertes produce, según sus investigaciones, es el alcohol, llegando a unas cinco mil al año en Argentina, y lanzó: “El manejo bajo consumo de alcohol multiplica diez veces la posibilidad de muerte, mientras que con la marihuana se duplica”.

Es por eso que Canabal destacó que el acento debería estar en las drogas legales -no sólo el alcohol, ya perseguido por los controles de alcoholemia, sino también los psicotrópicos, por ejemplo-, ya que muchas producen somnolencia y otros efectos en los reflejos. “Los que trabajamos con adicciones observamos que los mayores problemas no son la cocaína y la marihuana, sino el alcohol principalmente, y muchos lo mezclan con calmantes legales (como clonazepam, por ejemplo)”.

Sobre ésta nueva ordenanza, Canabal analizó que la misma “no pone el eje en las sustancias que están más al alcance de las personas, por cuestiones mediáticas y comerciales”. Y agregó que éstas se obtienen en farmacias sin recetas, mientras que “las personas con prescripción médica tienen prohibido conducir”.

De esta forma, analizó que “hubiese sido más idóneo que la normativa del control de faltas, luego de alcoholemia, hubiese apuntado hacia las drogas legales, más fáciles de conseguir y con más adictos, y después las ilegales, que están estigmatizadas”.