Hay quienes piensan que el fin del mundo incluirá naves extraterrestres, fuego y armas letales. Nada más lejos de la realidad. La conquista del mundo está en marcha, de una manera mucho más sutil. Las protagonistas no llegan precisamente del espacio, de hecho aparecieron en la Tierra antes que el hombre. Puede que no den miedo en solitario, pero juntas son una verdadera amenaza. Los que saben aseguran que son capaces de lo que ningún ser humano ha podido. ¿De qué se trata? De la invasión de hormigas, de qué otra cosa.

Confesiones de las víctimas

Pese a ser tan chiquitas, es grande la locura que generan. Basta escuchar algunos testimonios de rosarinos. 

"Están en todas partes. No importa que ponga lavandina o insecticida, no importa si acabo de limpiar. Dejo una galletita sobre la mesa, me doy vuelta un ratito y al volver está cubierta por hormigas". La desesperación de Andrea es entendible. Vive en una planta baja de zona centro y asegura a Rosarioplus.com estar "cansada" de la convivencia con las negras y pequeñas amiguitas. "No las tolero más, me ponen loca, limpio y limpio, se ríen en mi cara", asegura. 

Juan vive en Pichincha y también se exaspera cuando habla del tema. "En el primer lugar donde aparecieron fue en el baño. Durante enero era una mezcla de hormigas voladoras y otras, muy pequeñas que durante la mañana estaban en la bañadera", recuerda. "El problema se complicó cuando cierta vez dejé una golosina de mi hijo abierta en un mueble y eso fue atroz. Cientos, miles de hormigas. Allí potencié el combate con insecticidas pero eso no hizo más que dispersar la plaga", sostiene. "Esporádicamente van a apareciendo en distintos lugares: el sillón del living, mesa de la cocina. La sorpresa fue mayor cuando me enteré que, a pesar de que vivo en un tercer piso, las hormigas llegaron hasta el octavo", sostiene. 

La convivencia con las hormigas desafía el equilibrio mental de más de uno. Es el caso de Cecilia, que vive en Barrio Martin y confiesa haber perdido ("invertido") largo tiempo para intentar definir el camino al hormiguero, sin éxito. "En mi casa aparecieron saliendo de la unión de los mosaicos, desde en un pequeño agujero. Y en fila atravesaban el pasillo para meterse en otro pequeño agujerito. Una pérdida total de energía para seguir estando bajo un mosaico", criticó. Pérdida de energía la de ella también, que se obsesiona por seguirlas a ver dónde termina el caminito, aunque muchas veces es circular. Confía que en algún momento va a encontrar el hormiguero, y que va a ganar la batalla. De la guerra no está tan segura.

Recomendaciones de los que saben

Según los expertos, "no existe prácticamente ningún alimento que no sea consumido por las hormigas" (así lo asegura la web de una empresa que se dedica a eliminar esta plaga). Hay de todo por estos lares: la hormiga cabezona, la de fuego, la hormiga faraón, la hormiga acróbata, la hormiga olorosa, la hormiga argentina, la del pavimento, la podadora, la carpintera y la mínima.

En diálogo con Rosarioplus.com, el director de Control de Vectores Guillermo Palombo analizó, sin embargo, que aunque muchos se sientan "invadidos" en realidad "no se trata de que haya más hormigas". Contó que "sí se empiezan a ver más en épocas invernales ya que la comida disminuye y entonces entran a los hogares en busca de provisiones". 

Respecto de si se puede armar un "mapa" de hormiga en Rosario, planteó: "Cuando se trata de hormigas no podemos decir que haya una casa infectada sino una zona. Esto es por que las hormigas que podemos ver en casa, puede que tengan su hormiguero hasta a 200 metros. Es decir que si tenemos hormigas en casa, seguramente el vecino también", detalló. 

¿Hay forma de eliminarlas? "Lo primero que hay que hacer es identificar la especie para así determinar el tratamiento", recomendó Palombo. "Ninguna especie de hormiga representa un riesgo sanitario en sí misma, sino que contaminan por mecánica, es decir que arrastran las bacterias a través de su cuerpo. Es por esto que aquellas especies que buscan la comida pueden ser más dañinas ya que contaminan los alimentos. Estas especies son las coloradas por ejemplo". No son las únicas. "Las hormigas carpinteras son chiquitas y negras y no buscan los alimentos que nosotros ingerimos. Buscan justamente la madera. En estos casos lo ideal es tapar los orificios por donde entran a la casa y usar algún veneno en gel que no emane ningún gas tóxico", sugirió. 

Lo que queda: aceptar la convivencia

"Vivir con las hormigas es hacerte una tostada, darte vuelta para agarrar el diario y tenerlas en el pan sobre la mermelada. O dejar el dentífrico mal tapado y ver una hilera interminable entre el lavatorio y el tubo de pasta. Poner una panera en la mesada o una tapa de gaseosa no son cosas convenientes", grafica Hernán, quien vive en la zona del Parque Independencia.

"Desde que descubrí hormigas en el patio pasé por varias fases. La primera, de total autoconfianza. Compré insecticida, lavandina, ácido bórico y supuse que en dos días liquidaba el asunto. Cuando fracasé con eso arranqué con la segunda fase, entre inquietud y desesperación. Agarré recetas caseras que me pasaban otros luchadores, como poner gajos de limón con clavo de olor en los lugares donde salían. Pero esquivaban los limones y seguían deambulando al lado. Ahora voy por la tercera fase, que arranca cuando vas a entrarle a un sándwich y ya no te importa cuántas hay adentro. Entonces barrés una sola vez por día, las mirás camino a la azucarera y ni siquiera sentís nostalgia del pasado. Tomé a las hormigas como intrusas pero hoy pienso que el intruso soy yo. Tengo que aceptar que son las verdaderas dueñas de la casa, bancar la desventaja y convivir en la mayor armonía", concluye.