Los turistas británicos no son tan correctos como se considera en el imaginario popular. Tomarán el té a las cinco en punto y rendirán tributo a su reina, pero en otras cuestiones dejan mucho que desear. Prueba de esto es que muchos, muchísimos británicos, cometieron un acto propio de la viveza criolla, que al parecer no es sólo argentina. Fueron de vacaciones, la pasaron bomba, comieron todo lo que se puede comer, y luego demandaron al hotel por una supuesta "intoxicación". El hotel los indemnizó y tuvieron unas segundas vacaciones gratis. 

Los casos de este tipo se multiplicaron al punto de ser considerado "modus operandi" y hasta lograron poner a su país al borde de un conflicto diplomático. Es que España amenaza con cobrar estadías más caras a los ciudadanos británicos para cubrirse de las estafas, o incluso no recibirlos en sus hoteles, y el gobierno de Gran Bretaña, nada de acuerdo con sus súbditos, intenta ponerle un freno a esta situación pero es complicado.

A los hoteles españoles las sucesivas denuncias de falsas intoxicaciones ya les costaron unos 60 millones de euros. El gobierno de Theresa May plantea abaratar la vía judicial para los turoperadores, porque muchos prefieren arreglar fuera de juicio, para así evitar largos y costosos procesos en los tribunales.

El ministro británico de Justicia, David Lidington, en una nota emitida por su departamento aseguró que “los veraneantes que respetan las normas no deberían pagar más por su merecido descanso estival por las reclamaciones falsas que están haciendo subir los precios”. Y añadía: “Empezaremos cerrando el vacío legal para que los turoperadores puedan defenderse sin afrontar enormes gastos”.

Actualmente, los requisitos para presentar este tipo de reclamaciones son prácticamente nulos: no hace falta ni un parte médico y hay un plazo de hasta tres años. Los despachos de abogados han visto un filón, habida cuenta de que, ante un proceso judicial largo y costoso, los turoperadores suelen pagar la indemnización sin demasiada lucha. Según The Mail, estos despachos incluso animan a los turistas a presentar reclamaciones falsas, en ocasiones en los propios hoteles españoles. Al parecer tampoco los "caranchos" son sólo argentinos.