En momentos en que varias cristianas familias celebraban Pascuas en la ciudad de Lahore, en el este de Pakistán, un atacante se inmoló cerca de una zona infantil de un parque y mató al menos a 69 personas y dejó a 290 heridos, la mayoría en condiciones críticas.

El atentado, el peor desde el asalto talibán a la escuela de Peshawar al norte del país en el que murieron 125 alumnos en 2014, fue reivindicado por un grupo vinculado a los talibanes de Pakistán que afirmó que era contra cristianos, una minoría religiosa en ese país.

Varias horas después del atentado, el grupo armado Jamatul Ahrar, una milicia que rompió con el movimiento talibán paquistaní en 2014 y un año después anunció su reconciliación, se adjudicó la autoría del ataque e informó que era una represalía por la operación que el Ejército mantiene contra insurgentes en Waziristán del Norte, una zona del noroeste del país, lindante con Afganistán.

Uno de los primeros países en reaccionar al sangriento atentado fue el socio estratégico de Pakistán, Estados Unidos. "Este acto cobarde en el que ha sido durante mucho tiempo un parque pintoresco y apacible mató a decenas de civiles inocentes y dejó a muchos heridos", sentenció en un comunicado el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ned Price.