“La foto de los lunes”, que fue una página de Facebook y ahora es un libro de la fotógrafa Paulina Scheitlin (Rosario, 1979), nació del cruce de una libreta con frases de películas, libros, canciones, conversaciones, y fotografías descartadas de paisajes urbanos. Es decir, su lógica es la del reciclaje; su operatoria, la de la edición.

A Scheitlin no le parecían “serias”, por eso las descartaba. Pero una vez publicadas en la red social, observó que la gente se reía.

En 2012 la Editorial Municipal de Rosario lanzó una nueva colección de libros de fotografía (que venían a unirse y completar a los libros mayores del género: las imágenes de la Rosario decimonónica y las de mediados del siglo XX de Joaquín Chiavazza y Blas Persia). Editados por Lila Siegrist, los libros eran “La noche”, de Luis Vignoli, y “El centro”, de Scheitlin.

En “El centro” la fotógrafa recorría los rincones anacrónicos y menos glamorosos del centro rosarino. Aunque acaso no convenga devaluar el adjetivo “glamoroso”: una peluca exhibida en una vidriera, el mostrador de un hotel sin estrellas o un escaparate de un negocio de peluches muestran también cierto glamur, uno pretérito que llama a la risa, que es lo que sobreviene a la angustia por el paso del tiempo: descubrir en un recorte cotidiano una novedad envejecida, un objeto que fue bello y ya no lo es, perdió su lugar o convirtió al lugar en el que persiste en un lugar perdido.

De ese largo recorrido que hizo la fotógrafa tomando imágenes de el centro (no sólo el rosarino) surgieron las imágenes de “La foto de los lunes”: fotos que Scheitlin descartó en un primer momento, hasta rescatarlas de una carpeta en una computadora para exorcizar la monotonía del inicio de semana.

Este guiño, entre la angustia y el humor, se repite en “La foto de los lunes”.

De una trescientas fotos publicadas entre el lunes 25 de octubre y el próximo lunes 18 de julio a las 19, cuando se presente el libro en Mal de Archivo (Moreno 477), Scheitlin escogió alrededor de 150 para la publicación en papel.

Cada una, como en el post de la red social, va acompañada de una frase que suma sentido a la foto, la convierte a veces, en lugar de un retrato o una imagen aislada de un paisaje, casi en el fotograma de una película cuyo relato intuimos. Por ejemplo, la que inicia el libro, la primera –porque el orden es cronológico–, lleva una frase escuchada el sábado 23 de octubre de 2010 en un recital de Massacre. Allí, antes de comenzar con el recital, Walas, el cantante, lanzó: “Los hijos de padres separados le decimos sí a la inseguridad”. La foto que la acompaña es la de una ranita subida a un skate en un jardín de fantasía.

También, la frase de Oscar Wilde: “El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible”, que titula unos pechos de mujer de plástico enmarcados en un corset pintado; el conjunto está envuelto en celofán y un pedazo de cartulina amarilla dice, en letras pintadas a mano con fibrón rojo: “Pechitos $ 7.00”.

Las letras, incluso las tipografías –como dice la misma Paulina Scheitlin– tienen su protagonismo en estas fotos. Como si en su vistosidad y rareza declararan, a propósito de la frase de Wilde: hay un misterioso silencio en lo que está escrito.